sábado, junio 02, 2007

REFLEXIONES SOBRE UN SEMINARIO-TALLER DE DDHHH…EN EL 2007


A veces me pregunto si los derechos humanos, en la medida en que tienen tanto de “humanos” son “enseñables” o, realmente, hacen parte de esa esencia humana innata de reivindicación de derechos, o no, que observamos en los niños y niñas.

No sólo Kolhberg, sino otros estudiosos de la formación de la moral desde la niñez, han abordado estos y otros aspectos. ¿¿¿ Porqué algunos niños y niñas tienen, desde muy pequeños una fuerte inclinación a reinvindicar sus, no se si pueda llamársele a esa edad cognitiva así: “derechos”, mientras otros son absolutamente ¿dependientes?, ¿obedientes?, ¿sumisos?, ¿desconocedores de sus derechos???...

Este es un proceso que no sólo se va a quedar en el marco de la familia, y especialmente en la complejidad de la diada padres-hijos, sino que se extrapola a la escuela y al colegio y que, generalmente, tiene su explosión al llegar la pubertad y la adolescencia…pero, me atrevo a decir que, “generalmente”, estas etapas se superan y buena parte de las personas se mantienen en el desconocimiento de sus “derechos” pero en medio de una extendida aplicación de sus deberes.

Así, no es de extrañar que en un seminario (teoría) taller (teoría-práctica) sobre el tema de los derechos humanos encontremos profesionales de diversas vertientes, pero especialmente de “el derecho” quienes no han dado el paso al desarrollo conceptual y categorial de LA CARTA DE DERECHOS. Aún cuando son personas vinculadas a organismos de PROTECCION DE LOS DERECHOS. Y digo que no es de extrañar, porque, como lo he insinuado (¿planteado? ¿hipotetizado?) el tema de los derechos humanos, parece intrínseco a una minoría, y parece extrínseco a una mayoría. Además dicha aseveración es comprensible, cuando leemos la historia de la humanidad y entendemos que el tema de los derechos humanos, a lo sumo trasciende 10 generaciones…muy poco, demasiado poco, para los más de 200 mil años que tiene de evolución sobre la tierra el ser humano: somos descendientes semi directos de las primeras generaciones donde, a cabalidad, pero aún en la minoría planetaria, se desarrolla el discurso de los Derechos Humanos.

“Se desarrolla el discurso” tiene que ver, precisamente con esa dificultad. En los debates propiciados y generados en los grupos, por ejemplo en torno al papel de los medios de comunicación, en torno al genero, en torno a la libertad de conciencia y el advenimiento de las nuevas formas eclesiásticas, entre otros; notamos algo que podríamos llamar los “ego-derechos”, es decir, la capacidad de diversos actores de defender “sus” derechos, pero con una extendida capacidad para desconocer los de los demás: en la evolución como sociedad frente al tema de los derechos humanos, estamos aún en la etapa de los diálogos-monólogos por la que se pasa en cierto momento de la niñez: como sociedad estamos en un momento de la “niñez de los Derechos Humanos”.

Permítaseme apoyarme en algunos aspectos de estas discusiones. El tema del género, que constantemente es debatido en una de las sesiones, hace parte, precisamente, de la evolución que venimos citando, con una diferencia, si el reconocimiento de los derechos ciudadanos y luego humanos (…) tiene 10 generaciones, el tema de los derechos de las mujeres tal vez no llegue a tres, por ende los procesos avanzan paralelamente y poseen tal nivel de escabrosidad tanto en sus adelantos como en sus polémicas. Un tema que más subrepticia que abiertamente fue abordado, fue el de los derechos de los LGBT (Lesbianas, Gay, Bisexuales y Transexuales), los murmullos, las risas, que genera abordar el tema, no muestran la “inmadurez” personal, sino que delatan el nivel de inmadurez que como sociedad, insisto, tenemos frente a este tema, tema que es aún más nuevo que el de los derechos de las mujeres.

Hubo otros debates que me llamaron la atención, pero en si, lo central no son los temas de los debates, sino éstos mismos, pues en la esencia del proceso por construir una sociedad donde los derechos humanos hagan parte de la naturaleza nuestra, está, precisamente el aprender a debatir…que es a su vez la esencia de la democracia –de la negación de los totalitarismos- la cual potencia el derecho a expresar sus ideas, el derecho a defender un ideario, la libertad, los derechos, los avances en la diferencia, y por ende del respeto al otro: la construcción de la cultura de los DDHH pasa inexorablemente por el puente de la democracia, y del absoluto respeto al otro o a la otra, la potenciación de la otredad, como derecho y, especialmente, como deber que impone la democracia.

Entonces, recogiendo aparecen tres ideas expuestas, la primera es la de que el tema de los derechos humanos, parece aún ausente de nuestros genes-culturales: si bien ha aparecido en una minoría de personas, para la mayoría absoluta no está en nuestra herencia geno-cultural. La segunda es que buena parte de esa minoría, adelantada, es cierto, aún tiene dificultades para “interiorizar el discurso”. Y ello, desde la perspectiva anterior parece “normal”: si como humanidad estamos apenas en la niñez, en nuestro país, como sociedad, como proceso socio cultural, creo que estamos en el parto…Y la tercera, que lo elemental, lo básico para aprehender –con la dificultad que implica esa “h” intermedia- la cultura de los derechos humanos es el desarrollo en nuestro ser de la valorización de la otredad…el reto es pues descomunal.

Finalmente, tan estamos en “el discurso”, tan estamos en una etapa en la cual hasta el discurso parece impuesto, de hecho el estado colombiano empezó a hablar del tema de los derechos humanos muy recientemente, a incorporarlo dentro de su discurso muy recientemente, poco antes de la constitución de 1991, y años después de las Caballerizas de Usaquen –con sus respectivas fosas…fosas trasladadas…- y poco después de que la “defensa de la democracia” pasara por masacrar hasta a magistrados de la Corte Suprema del país en ese entonces; tan nuevo es que aún no se entiende, como lo anotaron los participantes de ambos ejercicios en Armenia y en Dosquebradas, que la construcción de un plan de derechos humanos nacional, tiene que partir de los humanos, tiene que partir de los derechos que “sienten” que “perciben” directamente los humanos hacia los cuales se dirige el plan…tiene que partir de las necesidades de la anciana dirigente comunal de Genova que ve pasar impotente a “los muchachos” por su vereda, tiene que partir de las afugias y dificultades de ciertos secretarios de gobierno y alcaldes de pequeños municipios llevados a relacionarse con los actores armados, a la polémica situación de los gobernantes en la disyuntiva de aceptar o negar la realidad de grupos armados no sólo de extrema izquierda sino de extrema derecha en la comarca que pretenden regentar, optando casi siempre por negar su existencia: desde estas bases veredales, municipales, comarcales, es desde donde se tiene que construir la estrategia de los derechos humanos, pues sólo ello garantiza a largo plazo, a muy largo plazo, casi a plazos generacionales, una real interiorización de los derechos humanos, y logrará que en algunos siglos, y no es un simple cliche sino una postura, una lectura: haga parte de nuestra herencia genético-cultural.

MgH Orlando Parra G
Mayo 2007.