Estamos asistiendo a una revolución. La revolución de la masificación de la información.
Muchas, demasiadas cosas han cambiado y continuarán cambiando en los próximos lustros. La televisión dejo de ser aquella que sólo nos permitía acceder a dos canales, hoy son cientos. La radio, la prensa impresa, han sido desplazadas, cada vez es menor su incidencia. El libro, sigue siendo una minoría. Y, además, tanto la antiquísima prensa, la vieja radio, y la pasada televisión, como muchas versiones digitales de los libros, se concentran en un solo medio: la red mundial de información. Si antes se percibió que los estudiantes aprendían de manera más visual, ahora es claro que aprende de manera más digito-visual.
Ese escenario cambia absolutamente cualquier forma de aprendizaje y cambió, cambia y cambiará a los que aprenden, incluidos los presentes y futuros docentes universitarios.
Obviamente esta es una revolución, que, como todas posee diversos matices. Es indudable que las nuevas generaciones poseen posibilidades de acceso a inmensos espacios de información, pero también es cierto que si bien pueden aprender más rápido, es aún poco claro el impacto que tiene este aprendizaje en sus procesos formativos.
A su vez, también el sistema educativo se ve frente a un dilema y es el de la libertad que da dicho acceso: los estudiantes hoy buscan y si quieren, pueden aprender, lo que ellos, desde sus propios intereses individuales, quieran aprender.
El poder de imponer qué aprenden, se había difuminado en el pasado cuando se quemaban libros intentando evitarlo, hoy habría que incendiar una red planetaria para controlarlo, lo cual es imposible y reafirma la libertad para conocer del ser humano actual.
Conferencia Mundial de Educación Superior (CMES)
De Paris 98 a Paris 2009
UNESCO preguntas temas de trabajo
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