‘Debatir solo sobre ciertas ideas nos garantiza la ignorancia’: Pinker
El
intelectual canadiense hace una reflexión sobre la peligrosa ‘cultura de la
cancelación’.
Steven Pinker (Montreal, 1954), estudió Psicología Experimental en la U. McGill y se doctoró en Harvard. ‘Time’ y ‘Foreign Policy’ lo ubican entre los cien intelectuales más gravitantes en el mundo.
Foto: Getty
Por: HUGO ALCONADA MON - LA NACIÓN (ARGENTINA) - EDICIÓN DOMINGO
16 de agosto 2020, 07:01 a. m .RESALTADOS DEL BLOGGER
A principios de julio, Steven Pinker afrontó
una tormenta (casi) perfecta. Cientos de colegas lingüistas lo atacaron a
través de una carta abierta por seis tuits y un pasaje de uno de sus
libros. Buscaron repudiarlo, aislarlo y, en
pleno auge de la ‘cultura de la cancelación’, ‘cancelarlo’ como figura
pública. Pero el catedrático sobrevivió. Más
aún, el ataque resultó contraproducente, porque cientos más de figuras
fulgurantes salieron en su defensa y en defensa de la IIustración.
“Si solo debatimos sobre ciertas ideas, nos
garantizaremos la ignorancia”, dice Pinker desde su casa, en Boston. El gran
psicólogo cognitivo está exhausto, dice que no tiene la “energía para responder
las mismas preguntas” una vez más, pero sigue adelante. Por sí mismo y por los
riesgos que, avizora, pueden surgir de los extremos para quienes, a diferencia
suya, no tienen las espaldas para resistir los embates.
“Estamos ante la puja de dos corrientes comandadas
por una derecha autoritaria, nacionalista y populista, y una izquierda posmodernista,
identitaria y políticamente correcta”, plantea. Y por eso mismo, reafirma su defensa de la razón.
“Las ideas de la democracia, la libertad individual, el pensamiento científico,
el humanismo universal, la comprensión histórica y la conciencia de progreso
deben siempre ser reforzadas, porque no son intuitivas”, remarca.
En su libro 'En defensa de la
Ilustración' invita a desechar las profecías del desastre y apoyarse en los
datos duros que muestran cómo la humanidad, apoyada en las ideas y la razón,
progreso en salud, educación y otros campos. ¿Esta pandemia ni siquiera pone un
matiz en ese planteo central?
El progreso no es algo aleatorio, sino el resultado
de la aplicación de la razón a la resolución de los problemas que afronta la
humanidad. ¿Acaso esta pandemia vendría a demostrar que el progreso es, en
realidad, fortuito? Los problemas, incluido el flagelo de las enfermedades, son
inevitables y nunca se resuelven por sí mismos. Las leyes del universo son
indiferentes a nuestro bienestar y solo la aplicación del ingenio humano puede
cambiar el mundo para nuestro beneficio.
Y, sin embargo, líderes como Trump,
Maduro o Bolsonaro ganan elecciones mientras desprecian a la ciencia y cosechan
el apoyo de millones…
Está confundiendo dos ejes distintos. ¿Las personas siempre son razonables? No. ¿Deberíamos (remarca el condicional) aplicar
la razón a la resolución de nuestros problemas? Sí, deberíamos.
Pero que usted y otros 150 intelectuales tan diversos como Francis Fukuyama y Noam Chomsky se hayan sentido compelidos a publicar una carta abierta en la revista Harper’s en defensa del libre planteo, intercambio y debate de ideas resulta sintomático de una sombra que está allí...
En efecto, hay
una tendencia a atacar, acallar y difamar a las personas con ideas o creencias
que difieran con la ortodoxia de la izquierda dura, lo cual es peligroso por
tres motivos. Primero, porque arruina las
vidas de personas inocentes. La segunda, porque intimida a intelectuales,
científicos, periodistas o artistas jóvenes o en una posición vulnerable,
quienes preferirán callar sus opiniones. Y tercero, lo más importante, porque
debilita nuestra habilidad como comunidad para comprender el mundo y resolver
nuestros problemas. Nadie nace sabiendo la verdad, ni es infalible, ni
omnisciente, y el único camino hacia el saber es planteando ideas para luego
evaluarlas y así determinar cuáles son correctas y cuáles no. Dicho de otro modo, si solo debatimos sobre ciertas
ideas, nos garantizaremos la ignorancia.
Esta puja entre la razón y los
‘censuradores’ e ‘iluminados’ no es nueva. Esta tensión existe desde la
Antigüedad, pasando por la Inquisición, el macartismo y más…
Así es. Estamos ante la puja de dos corrientes
comandadas por una derecha autoritaria, nacionalista y populista y una
izquierda posmodernista, identitaria y políticamente correcta. Pero vamos más
allá: la naturaleza humana incluye
reacciones que son tribales, mágicas, nostálgicas, autoritarias y pesimistas,
mientras que las ideas de la democracia, la libertad individual, el pensamiento
científico, el humanismo universal, la comprensión histórica y la conciencia de
progreso deben siempre ser reforzadas porque no son intuitivas.
¿Puede ahondar en esto, a la luz de la ‘cultura de la cancelación’?
Estamos ante el choque de dos mentalidades. Una, basada en la Ilustración, considera que la
sociedad afronta problemas cuyas causas son complejas y no comprendidas del
todo, pero que debemos buscar resolver entre todos, tal y como una junta médica
diagnostica a un paciente con síntomas confusos. La otra ve a la sociedad como
una disputa de suma cero entre grupos antagónicos, que dio al poder a los
blancos supremacistas en su momento y que considera, por tanto, que ahora ese
poder debería ir hacia mujeres, personas de color u homosexuales. Es la
psicología de la razón contra la psicología del poder. Quienes rechazan la mentalidad basada en la
Ilustración serían como aquellos que protestan fuera de un consultorio médico
exigiendo que se dictamine un diagnóstico y bloqueando la entrada a todo aquel
médico que pueda llegar a otro diagnóstico. Y en este caso, la libertad de expresión es mera
propaganda, un conjunto de argumentos de las élites para aferrarse al poder.
Un rasgo notable de la ‘cultura de la
cancelación’, exacerbado por las redes sociales, es que unos pocos, pero muy
vociferantes, pueden eclipsar a una mayoría silenciosa. ¿Cómo lo explica?
Cuando ciertas personas son castigadas por una
facción o grupo poderoso por no criticar, repudiar o denunciar a terceros,
todos pueden caer en la trampa de atacar públicamente a otros por temor a ser
atacados, incluso si no creen que alguien debiera ser atacado. A veces se lo conoce como la ‘ignorancia pluralista’ o
‘espiral de silencio’. El
cuento del ‘traje nuevo del emperador’ grafica bien cómo funciona.
Demos otro paso, ¿por qué considera
que, en ocasiones, las víctimas de algún avasallamiento terminan replicando
conductas o métodos de sus victimarios?
Se origina en una fase de nuestro progreso moral:
hemos llegado a reconocer el terrible daño que les hemos infligido a las
mujeres, a los homosexuales, y a los negros y otras minorías raciales.
Correctamente deploramos el sexismo, la homofobia y el racismo. Pero esto crea
una rendija para que las personas usen esas acusaciones como armas contra sus
enemigos. Los historiadores de diversos episodios de represión masiva, tales
como el estalinismo, la cacería de brujas o la Revolución Cultural china, entre
otros, han expuesto cómo los oportunistas aprovecharon las acusaciones del
momento para avanzar contra sus rivales. Y, al mismo tiempo, la empatía hacia
las víctimas puede ser aprovechada para exigir compensaciones o reparaciones.
Dos sociólogos, Bradley Campbell y Jason Manning, han planteado que estamos ante el surgimiento de la ‘cultura del
victimismo’, donde el estatus viene de presentarse a sí mismo como una víctima,
reemplazando la ‘cultura de la dignidad’, donde el estatus provenía de la
madurez y el autocontrol,
que a su vez había venido a reemplazar la ‘cultura del honor’, en la que el
estatus se basa en la capacidad de responder a insultos y amenazas.
¿Y cómo lidiar con aquellos que, en
estos tiempos pandémicos o incluso en la vida cotidiana, se apoyan en creencias
y suposiciones en vez de datos e información verificada?
Ese es todo un desafío y la única respuesta posible
es presentar nuestra posición tan clara y lógicamente como sea posible.
Aquellos que aún están abiertos a la razón podrían resultar persuadidos,
mientras que el resto quedan implícitamente forzados a confesar que no están
jugando de acuerdo con las leyes de la razón. Esas personas pueden apoyarse
entre ellas, pero se desacreditarán a sí mismas ante los ojos de quienes se
basan en la razón.
¿Cuándo comenzó a gestarse este
cambio de época o de ‘cultura’?
En los 60, cuando la camada más joven de la
generación de los baby boomers abrazó ese principio de que las ideas son meros
instrumentos de opresión por la clase dominante, y luego el posmodernismo, con
esa pauta de que la ‘verdad’ es apenas un pretexto de poder y que en realidad
solo hay narrativas contrapuestas. Los integrantes de esa generación que
terminaron como profesores universitarios adoctrinaron a varias generaciones de
jóvenes en esa mentalidad que una periodista que renunció hace poco a The
New York Times, Bari Weiss, caracterizó del siguiente modo: “La verdad no
es un proceso de descubrimiento colectivo, sino una ortodoxia ya conocido por
unos pocos iluminados cuyo trabajo es informársela al resto”.
Polémica de gran calado
Algunos trinos de Steven Pinker en Twitter hicieron
que el 3 de julio más de 500 académicos le
pidieran por escrito a la Sociedad Lingüística de Estados Unidos que le
revocara el estatus de ‘investigador distinguido’ y que lo removiera de su lista de ‘expertos
para medios’.
Uno de los trinos, que data del 2015, dice:
“Datos: la policía no dispara a los negros de manera desproporcionada. Problema: no la raza, sino demasiados tiroteos policiales”,
y cita un artículo de The New York Times titulado: ‘Asesinatos policiales de negros: esto es lo que dicen los datos’. Y luego en el 2017 publicó otro que decía:
“La policía mata a mucha gente, blanca y negra” y “pensar en la raza nos distrae del verdadero problema”.
Esto hizo que sus críticos lo
acusaran de tener una “tendencia a moverse en la proximidad” del “racismo
científico”.
En entrevista con La W, de Julio Sánchez Cristo,
Pinker explicó hace poco que su primer trino citaba a un artículo de experto en
el tema que fue publicado en The New York Times y que tanto
ese trino como el segundo invitaban a reflexionar sobre las cifras reales y las
causas de esto, entre las cuales está la gran cantidad de armas que hay en
manos de la población civil, lo que hace que muchos policías disparen a la
menor sensación de riesgo sin importar la raza.
Ante la misiva que pedía ‘castigar’ a Pinker, unos
150 intelectuales y artistas, entre ellos Noam Chomsky, Francis Fukuyama, Gloria Steinem, Margaret Atwood, JK Rowling y
Wynton Marsalis, publicaron una carta en la revista Harper’s en la que
expresaron su preocupación porque la “intolerancia hacia las perspectivas
opuestas” esté ganando fuerza en EE. UU., recalcando la necesidad de “preservar
la posibilidad de discrepar sin consecuencias profesionales funestas”.
“El libre intercambio de información e ideas,
elemento vital de una sociedad liberal, se vuelve cada día más restringido (…)
Defendemos el valor de un contradiscurso robusto e incluso cáustico de todos
los sectores”.
La restricción del debate –añadieron– “ya sea por
parte de un gobierno represivo o una sociedad intolerante, perjudica a quienes
tienen menos poder y reduce la capacidad de participación democrática”.
“La manera de vencer a las malas ideas es
exponiendo, argumentando y convenciendo, no intentando silenciar o apartando”,
remataron.
El
texto generó una fuerte réplica publicada en el medio The Objective, donde
historiadores, periodistas y otros autores acusaron de hipocresía y elitismo a
sus contrapartes. Pero lo importante es que el debate sobre la ‘cultura de la
cancelación’, y sus peligros, se ha abierto al más alto nivel y ha sido
abordado en decenas de artículos y medios de Estados Unidos y de otros países.
Es decir, las graves consecuencias que podría tener para las universidades, el
periodismo, la investigación científica, la democracia, el pensamiento y la
sociedad en general el que las posturas, teorías y datos que resultan incómodos
sean silenciados por masas o poderosos que
van desde la orilla de lo políticamente correcto hasta el moralismo más
fanático.
De: https://www.eltiempo.com/amp/mundo/debatir-solo-sobre-ciertas-ideas-nos-garantiza-la-ignorancia-pinker-529884?__twitter_impression=true&s=08
Vía : http://gimesa.blogspot.com/
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