LA EDUCACIÓN
CAMBIÓ
En estos meses,
para bien o para mal, el mundo se ha acelerado décadas. Habrá cambios que se
quedarán. La educación cambió. Los docentes debimos trasladar nuestra labor a
la educación remota, a distancia. No fue si quisimos, tocó hacerlo. Y fue un
acierto preventivo, pues se trata de evitar las 3c: cerca, cerrado, concurrido.
Hemos dado un paso enorme en la masificación de la educación virtual. Ya no es una situación de una minoría sino de
todos.
Con la profe
Marleny Aristizabal Osorio hemos reflexionado al respecto. Estamos en un
momento más operativo -donde usamos lo que tenemos a disposición- que
planificado. Para ponerlo en términos sencillos. Al comenzar el primer semestre
pocos habían ofrecido “educación virtual” y todos terminamos haciendo algo
parecido. Ahora, al iniciar el 2º, y en el 2021, lo que viene sí es poner en
marcha tal modelo educativo, que es diferente al tradicional.
Ya el modelo
tradicional tenía graves problemas. Teníamos estructuras físicas con diseños
del siglo 19, profesores con prácticas del siglo 20 y estudiantes que avanzaban
raudos en el Siglo 21. Por ejemplo, ¿en qué quedaron quienes prohibían estrictamente
el uso del celular, cuando ahora muchos estudiantes reciben su clase,
precisamente, en el celular?
Adaptarse o morir,
no es lema, es una exitosa ley para la humanidad. La educación a distancia
tenía más altos niveles de deserción que la presencial porque nuestras
culturas, en general, no fomentaban el aprendizaje autónomo. Éste semestre
obligó a millones a asumirse como tales.
Como dice la
profe, son diversos los beneficios personales: manejo de tiempos sin tener que
cumplir jornadas y horarios específicos; ahorros en recursos, pasajes, por
ejemplo; fortalecimiento de competencias blandas: disciplina, responsabilidad,
respeto por el tiempo de todos, resiliencia, etcétera; estar a la vanguardia en
TICS: conectividad, manejo de software y
hardware. Y podríamos anotar uno sólo en lo colectivo: mayor protección del
planeta por la reducción del transporte motorizado.
Nuevamente, el
balón está en el campo de las instituciones educativas, de sus cuerpos
administrativos y académicos. La educación virtual ha llegado para quedarse. Si
los estudiantes tienen el reto del aprendizaje autónomo, la institución tiene
el de dar el salto de lo operativo que nos tocó, a esquemas de pedagogía virtualizada
masiva de la que apenas estamos aprendiendo, pues si bien había una experticia
asociada a programas de educación minoritarios, ahora estamos en un momento en
que todas las clases, sin excepción, pasan por ese modelo.
El salto es y será difícil e inversamente proporcional al nivel educativo. Puede que los Doctorados, los cuales usaban la virtualidad, se masifiquen. Que el proceso a nivel de pregrados universitarios sea manejable. Pero en el caso de los bebes, de los niños, el tema preocupa. La humanidad sólo ha construido un modelo de socialización, de desarrollo moral y de autonomía (https://es.wikipedia.org/wiki/Lawrence_Kohlberg), que son los preescolares, y la interacción es definitiva: ahí, hasta ahora, NO hay virtualidad que valga ¿qué vamos a hacer entonces?
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