Las sociedades basadas en el conocimiento, dentro de pocas décadas, tal vez menos de una generación, pueden llegar a ser una sola sociedad: la sociedad de la aldea global.
El divorcio entre universidad y conocimiento se mantiene. En general parece que en Latinoamérica investigamos mucho pero producimos poco conocimiento. La siguiente tabla muestra los 15 países donde la mayoría de los solicitantes presentaron las solicitudes internacionales PCT (Patent Cooperation Treaty: Tratado de Cooperación en materia de Patentes) en 2008 (Cuadro disponible dando click aquí o siguiendo el Link [1])
Como se puede ver, ni un solo país latinoamericano se encuentra allí. De hecho todos los que están por fuera (All Others) donde se incluye casi todo el tercer (y segundo) mundo redujo su participación de un 9.2-12.2 a un 7.5%...
Curiosamente los países de estos “otros mundos” que se encuentran en ese ranking son aquellos quienes invierten más de 3 puntos porcentuales de su PIB en Ciencia y Tecnología ([2]). (Colombia, según el DNP, en el 2006 invirtió 0.189% …parece no haber datos posteriores ([3])
El divorcio entre empresas y universidades es claro y enfático. Además porque en la medida en que nuestras empresas se encuentran en la periferia de las necesidades tecnológicas, poco les ha interesado, les interesa y posiblemente les interesará invertir en investigación que contribuya a posiciones de conocimiento. En ello la pasada experiencia de los tigres asiáticos que se vivió en las tres ultimas décadas del siglo pasado, parecen otra “oportunidad perdida” de nuestros países.
Parece que no estuviéramos preparados para las posibilidades que sobrevienen con la nueva sociedad. Hasta hace muy poco, fácilmente hasta la difusión cada vez más masiva de la internet -13 años aproximadamente- los centros educativos, tanto universitarios como de los subniveles, podían pretender concentrar la información asociada al conocimiento y a quienes aparentaban detentarlo: hoy ello es imposible, es un sofisma, una miopía cercana a la ceguera pretender que aún las escuelas, los colegios o las universidades pueden concentrar dicho poder… cualquier adolescente con rudimentos en sistemas y acceso a la red, puede, si lo hace con juicio, si potencia su autodidactismo: acumular más información (base del conocimiento) sobre un tema que la mayoría de profesores quienes pocos años atrás hubieran sido imbatibles. Afortunada o desafortunadamente dichas facilidades han entumecido también los retos que la mayoría de nuestros estudiantes se ponen a sí mismos...y a nosotros.
Estamos asistiendo al mayor reto del sistema educativo después de que el anterior sistema educativo fuera sacudido y derrocado por la invención de la imprenta. El sistema educativo universal necesita reinventarse, tal cual le sucedió a quienes –curiosamente- pretendían concentrar el conocimiento antes de que los libros comenzaran a multiplicarse de una manera seguramente menos exponencial que la información y los conocimientos (de todos los matices) que se difunden por la red.
Las universidades necesitan re-potenciarse dentro de esa masificación de la información y del conocimiento tal cual sucedió en aquella época, cuando se paso de tener libros encerrados en claustros a apoyarse en su primigenia difusión. Sólo que ahora el juego de intentar “tener la información o el conocimiento” definitivamente ha llegado a su fin. Nunca más, a no ser que suceda una hecatombe planetaria, podrán los centros educativos de cualquier nivel creer que concentran en sus docentes el conocimiento y la información: esa época ha llegado a su fin.
La docencia necesita ser repensada. La investigación debe entender que sus herramientas básicas se han extendido. La proyección social, necesita ser comprendida como la herramienta esencial del salto al futuro, porque, al menos en nuestros países, parece la herramienta más novedosa.
Las universidades cada vez más deben encontrar su valía en ese futuro, en las expectativas de cambio y progreso dentro de ese futuro, potenciándose dentro de esas nuevas dinámicas.
Todo ente educativo debe ofrecer permanentes herramientas tanto tecnológicas como de conocimientos idiomáticos, de acceso al basto mundo de la información digital tanto a sus estudiantes, como, y, especialmente a sus docentes y administrativos. Entendiendo que en la red, tal vez todo se puede encontrar, pero que hay aspectos de la esencia HUMANA que son imposibles de ubicar a través de teclados. Que el ejemplo de vida de un profesor, su moral, su ética, no está en la red. Que el currículo oculto se vuelve esencial. Que la curiosidad es un don humano. Que el desarrollo del instinto investigador no es robótico. Que definitivamente investigar es un proceso, e informarse (bien sea digital o por impreso…) es tan sólo un paso pre o post a la investigación. Y, esencialmente, que el compromiso, el amor con el prójimo, con el cercano y con el más necesitado, son factores ESPIRITUALES ligados a dicha esencia e imposibles de digitalizar.
[1] Disponible en http://www.wipo.int/pct/en/activity/pct_2008.html#f4
[2] Anuario Mundial de Competitividad. IMD.
[3] http://www.ocyt.org.co/COLOMBIA2008.pdf
El divorcio entre universidad y conocimiento se mantiene. En general parece que en Latinoamérica investigamos mucho pero producimos poco conocimiento. La siguiente tabla muestra los 15 países donde la mayoría de los solicitantes presentaron las solicitudes internacionales PCT (Patent Cooperation Treaty: Tratado de Cooperación en materia de Patentes) en 2008 (Cuadro disponible dando click aquí o siguiendo el Link [1])
Como se puede ver, ni un solo país latinoamericano se encuentra allí. De hecho todos los que están por fuera (All Others) donde se incluye casi todo el tercer (y segundo) mundo redujo su participación de un 9.2-12.2 a un 7.5%...
Curiosamente los países de estos “otros mundos” que se encuentran en ese ranking son aquellos quienes invierten más de 3 puntos porcentuales de su PIB en Ciencia y Tecnología ([2]). (Colombia, según el DNP, en el 2006 invirtió 0.189% …parece no haber datos posteriores ([3])
El divorcio entre empresas y universidades es claro y enfático. Además porque en la medida en que nuestras empresas se encuentran en la periferia de las necesidades tecnológicas, poco les ha interesado, les interesa y posiblemente les interesará invertir en investigación que contribuya a posiciones de conocimiento. En ello la pasada experiencia de los tigres asiáticos que se vivió en las tres ultimas décadas del siglo pasado, parecen otra “oportunidad perdida” de nuestros países.
Parece que no estuviéramos preparados para las posibilidades que sobrevienen con la nueva sociedad. Hasta hace muy poco, fácilmente hasta la difusión cada vez más masiva de la internet -13 años aproximadamente- los centros educativos, tanto universitarios como de los subniveles, podían pretender concentrar la información asociada al conocimiento y a quienes aparentaban detentarlo: hoy ello es imposible, es un sofisma, una miopía cercana a la ceguera pretender que aún las escuelas, los colegios o las universidades pueden concentrar dicho poder… cualquier adolescente con rudimentos en sistemas y acceso a la red, puede, si lo hace con juicio, si potencia su autodidactismo: acumular más información (base del conocimiento) sobre un tema que la mayoría de profesores quienes pocos años atrás hubieran sido imbatibles. Afortunada o desafortunadamente dichas facilidades han entumecido también los retos que la mayoría de nuestros estudiantes se ponen a sí mismos...y a nosotros.
Estamos asistiendo al mayor reto del sistema educativo después de que el anterior sistema educativo fuera sacudido y derrocado por la invención de la imprenta. El sistema educativo universal necesita reinventarse, tal cual le sucedió a quienes –curiosamente- pretendían concentrar el conocimiento antes de que los libros comenzaran a multiplicarse de una manera seguramente menos exponencial que la información y los conocimientos (de todos los matices) que se difunden por la red.
Las universidades necesitan re-potenciarse dentro de esa masificación de la información y del conocimiento tal cual sucedió en aquella época, cuando se paso de tener libros encerrados en claustros a apoyarse en su primigenia difusión. Sólo que ahora el juego de intentar “tener la información o el conocimiento” definitivamente ha llegado a su fin. Nunca más, a no ser que suceda una hecatombe planetaria, podrán los centros educativos de cualquier nivel creer que concentran en sus docentes el conocimiento y la información: esa época ha llegado a su fin.
La docencia necesita ser repensada. La investigación debe entender que sus herramientas básicas se han extendido. La proyección social, necesita ser comprendida como la herramienta esencial del salto al futuro, porque, al menos en nuestros países, parece la herramienta más novedosa.
Las universidades cada vez más deben encontrar su valía en ese futuro, en las expectativas de cambio y progreso dentro de ese futuro, potenciándose dentro de esas nuevas dinámicas.
Todo ente educativo debe ofrecer permanentes herramientas tanto tecnológicas como de conocimientos idiomáticos, de acceso al basto mundo de la información digital tanto a sus estudiantes, como, y, especialmente a sus docentes y administrativos. Entendiendo que en la red, tal vez todo se puede encontrar, pero que hay aspectos de la esencia HUMANA que son imposibles de ubicar a través de teclados. Que el ejemplo de vida de un profesor, su moral, su ética, no está en la red. Que el currículo oculto se vuelve esencial. Que la curiosidad es un don humano. Que el desarrollo del instinto investigador no es robótico. Que definitivamente investigar es un proceso, e informarse (bien sea digital o por impreso…) es tan sólo un paso pre o post a la investigación. Y, esencialmente, que el compromiso, el amor con el prójimo, con el cercano y con el más necesitado, son factores ESPIRITUALES ligados a dicha esencia e imposibles de digitalizar.
[1] Disponible en http://www.wipo.int/pct/en/activity/pct_2008.html#f4
[2] Anuario Mundial de Competitividad. IMD.
[3] http://www.ocyt.org.co/COLOMBIA2008.pdf
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