miércoles, enero 31, 2007

“EMPATE NEGATIVO” II …DESPUÉS DEL CONCEPTO

El 9 de Diciembre de 1991, se reactiva la guerra abierta con las FARC, “la guerra integral”, y por primera vez, en los tiempos recientes, un gobierno y un ministro de defensa, Gaviria-Pardo, dicen que derrotarían la guerrilla en cuestión de semestres, reafirmando la criticada subestimación de los oponentes. Realmente sólo se logró frenar la pretensión de la guerrilla de tomar la iniciativa estratégica especialmente por el incremento en medios militares por la inyección presupuestal (Pardo, 1996: 375-6) tal cual lo reseña Velásquez mostrando como las acciones violentas decrecieron entre el 91 y el 94 (2006: 8). Siendo así que dos declaraciones, resumen la situación a mediados de los 90’s: "La verdad en el teatro de operaciones según afirma un Coronel del Ejército, fue que el «dispositivo del enemigo se sobreextendio» con lo cual se produjo la dispersión de la tropa y (s.m.) la neutralización por parte de la guerrilla de las brigadas móviles 1 y 2..." (CROMOS, 1994:31) A lo cual se sumaba el análisis critico que hacían actores “conocedores del terreno”: "Una es la burocracia del ejército: en la guerra hay muertos, es una cosa lógica. En un combate hay muertos, pero al oficial del ejército lo califican negativamente cuando los tiene. ¿Qué sucede? Imaginémonos a un capitán al que le faltan dos meses para irse a hacer el curso de Mayor. El tipo dice «A mi me faltan dos meses, mi hoja de vida está limpia. En ese tiempo no voy a arriesgar mi tropa para que me maten a un soldado y me quiten un fusil y se me dañe el ascenso». Entonces él sí opera, pero con la siguiente estrategia: paso dado, paso asegurado. Para hacer eso, arranca con una o dos patrullas: una se sube a un cerro y lo asegura. Cuando está asegurado se sube a otro cerro y lo asegura. Y así en adelante: una avanza, asegura y se detiene, la otra avanza, asegura y se detiene: una-otra-una-otra. De cerro en cerro... Con esa estrategia el ejército no pierde gente, pero tampoco hace nada. Es que mientras ellos hacen una guerra regular, aquí estamos en guerra de guerrillas que es algo muy diferente”. (Castaño C, 1996: 39).

El fin a estas actitudes se tuvo en el gobierno de Samper, cuando unas fuerzas armadas divididas (Samper, 2000: 174 – 186) al igual que el resto de la sociedad, entienden de una manera terrible que las guerrillas habían logrado irse convirtiendo en el ejército que pretendían desde los 80’s y que lograron pasar de la guerra de guerrillas a la guerra de movimientos con la cadena de descalabros de 1996-1998, cuando batallones enteros fueron “copados” por batallones de guerrilleros y guerrilleras ([1]). Es decir la teoría de la masa se invertía, nuevamente, a favor de los guerrilleros, de hecho a partir de Junio de 1997, del primer canje, hacían que las FARC pudieran ser reconocidas en el escenario del Derecho Internacional Humanitario como “actor beligerante”, de tal manera que años después (2002) un excomandante de las fuerzas armadas bajo la administración Pastrana, ya de civil, el General ® Tapias, aceptará para las Lecturas (en ese entonces) Dominicales de El Tiempo, que ya no había unas simples guerrillas sino que había una guerra, una guerra que en 1996 comenzaban a perder las fuerzas armadas institucionales, tanto que la Agencia de Inteligencia del Departamento de Defensa y el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos decían que las FF.MM perdían la guerra ante las FARC y que éstas tomarían el poder en cinco años (Leal, 2002: 119) y decidieron venir en ayuda de las fuerzas armadas colombianas.

Todo ello se daba en un contexto donde, contradictoriamente, al comparar el ejército Colombiano con otros, aparecía el siguiente cuadro

Bolivia
Colombia
Ecuador
Perú
Ejército de tierra (miles de hombres)
25
121
50
85
Marina (miles de hombres)
4.5
18
4,1
25
Aviación (miles de hombres)
4.0
7,3
3
15
Fuente: (http://www.ub.es/solidaritat/observatori/esp
/colombia/datos/sistema1.htm):

Y, a su vez, éramos el 4º comprador latinoamericano de armas de EEUU:
Ventas de armamento de Estados Unidos a Latinoamérica durante 1997 (millones de $)
Argentina
217.761.000 $
Bolivia
1.669.000 $
Brasil
216.296.000 $
Chile
34.886.000 $
Colombia
114.064.000 $
Costa Rica
1.828.000 $
República Dominicana
7.506.000 $
Ecuador
11.698.000 $
El Salvador
14.947.000 $
Guyana francesa
5.538.000 $
Guatemala
2.211.000 $
México
49.816.000 $
Perú
5.652.000 $
Uruguay
15.801.000 $
Venezuela
402.350.000 $
Fuente: Observatorio de Venta de Armas (Arms Sales Monitor), Federación Americana de Científicos, febrero de 1998

En palabras de un amigo Coronel retirado “1994 - 1998 Los boxeadores se acercan pero las FARC golpean más duro”.

Empero, los terceros militares en escena, los norteamericanos, desde el Comando Sur estaban supremamente atentos a la situación. Así, 1998-2002, no fue simplemente el ejercicio de paciencia de El Caguan: esa fue la Zanahoria, el Garrote fue la puesta en marcha del Plan Colombia. De hecho ha mediados de 1999, el ejército Colombiano, después de un duro proceso de autocrítica interna por sus derrotas en los años anteriores, firmó un “Compromiso de Honor”, de replanteamiento, que facilitaron los procesos posteriores.

Algunos analistas, incluso, plantean que el origen del Plan Colombia es “el empate” : (a.m.) “Con respecto a Estados Unidos, ciertos sectores de poder con notable influencia en la administración Clinton, deben estar observando con notable preocupación hechos como: La existencia de un empate militar negativo, ninguno de los dos actores armados está en capacidad de derrotar al otro en el campo de batalla; sin embargo, en los últimos años, la guerrilla ha estado demostrando mayor poder de fuerza que las propias Fuerzas Militares; la existencia de un Estado dentro de otro Estado; la fuerte presencia de los rebeldes en la región y la inestabilidad no sólo de Colombia, sino de la Región Andina, la estabilidad es considerada por los Estados Unidos como una responsabilidad que no puede dejar de obviarse” en (Danuska, 2000). Mega Plan que se va originar en medio de una aguda crisis financiera, pero el cual, al cabo del tiempo se convirtió, como bien lo dice Ricardo Vargas Meza en un alivio tributario a los sectores pudientes (Cátedra, 2006).

En esa atmósfera el Plan Colombia paso de ser una especie de “Plan Marshall” anti drogas, dentro de la “Diplomacia para la Paz” –no se olvide la presencia del Embajador de EEUU al instalarse las negociaciones en el Caguan…- en sus inicios, a convertirse en un plan eminentemente militar donde se le hizo un profundo ejercicio de re-ingeniería (Torres, 2006:8) en diversos aspectos a las fuerzas armadas estatales: Institucionales, tecnológicas donde sobre sale el tema de la “aviación del ejército” ; y (resaltó ) doctrinarias –de mayor respeto (aunque en las tácticas sicológicas y de propaganda se continué con el lenguaje descalificador) al adversario-. Resaltándose el papel norteamericano, el cual prácticamente reorientó su acción de apoyo a la lucha anti-narcóticos predominante hasta esos años, hacia la “guerra contra insurgente”, al decir de Flor Alba Romero (Cátedra, 2006)

Estas reformas lograron contener el avance militar de la guerrilla, de hecho su última operación de “movimientos” se dio en Agosto del 2000, mientras la operación Gato Negro de Marzo-Abril del 2001, golpearon duramente a las FARC en Vichada y Guainía; La “Siete de Agosto”, cuando ese mes las FFMM opusieron victoriosamente una masa de 4.000 soldados, a otra de 1300 soldados-guerrilleros entre las mas resaltables y en pleno proceso de paz. Los procesos que llevaron a este escalonamiento, a esta magnitud de fuerzas, de “masa” en contienda, muestran como la dinámica militar entre los oponentes, puede hacer que cada vez sean mas grandes los contingentes, y por ende la guerra y sus victimas: la continuidad sin fin del nuestro fratricidio.

El proceso de paz del Caguan, por segunda vez las FARC enfocó como una táctica de paz en medio de una estrategia de guerra…no hay declaraciones, como las que detallo en mi escrito sobre el M-19 y el EPL, pero los hechos así lo probaron; todo ello, marcado finalmente por la guerra global anti terrorista, después del 11-S, a la cual no escapaban los grupos colombianos. (“1998 - 2002 Siguen cercanos los boxeadores y el Ejército empieza a golpear más duro”…),

La expansión paramilitar, primero reclutando militares purgados que les elevaron su capacidad, y luego ampliando la privatización de la estrategia contrainsurgente a través de los dineros de los narcos que les permitieron estabilizar sus poderes regionales (Gustavo Duncan y Ricardo Vargas en Cátedra: 2006) continuó en estos años. Las masacres en su ejercicio, terrible, pero también militar, sólo que absolutamente por fuera del Derecho Internacional Humanitario; ponían su parte en la correlación de fuerzas del conflicto.
[1] En esas circunstancias, las FARC incrementaron su “guerra contra un establecimiento corrupto”. El 30 de agosto lanzaron la ofensiva militar de mayores características cualitativas en toda su historia. Aquella que se inició con 26 ataques en distintas zonas del territorio nacional en simultánea con el asalto a la base militar de “Las Delicias”, siguió con los descalabros de “La Carpa”, “San Juanito”, “Patascoy” y “El Billar”, para solo mencionar los de mayor impacto, y culminó con la toma de Mitú, primera vez que asaltaban una capital de departamento tratando de inaugurar el paso de la “guerra de movimientos” a la “guerra de posiciones”. (Velásquez, 2006: 10)

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