La primera administración del reelecto presidente, prometió, por Segunda Vez en los tiempos recientes, derrotar la guerrilla en cuestión de semestres. La estrategia de la Seguridad Democrática con el Plan Patriota son la expresión más diciente de esta idea.
En este último periodo hemos pasado desde la negación de la existencia de un conflicto armado, hasta su aceptación condicionada: Dilema que filosóficamente no procede. Pasando por el incremente de los soldados profesionales, nuevas brigadas móviles, batallones de alta montaña, nuevos policías, soldados campesinos y “red de cooperantes”, entre otras variables operativas, así como por éxitos claros del ejército institucional como el desmonte del cerco que las FARC venían, tal cual su estrategia, sobre Bogota, a través de las operaciones Libertad 1 y 2; Hasta llegar, desde el 2005 -antes del 2o mandato- a la propuesta de una Asamblea Constituyente. (Correcta desde mi punto de vista, si la misma pretende abocar las reformas socio económicas estructurales que no desarrolló el talante político de la del 91).
Los EEUU, luego del 11-S y de su guerra global al terrorismo han construido su discurso y su apoyo al gobierno colombiano partiendo de una guerra contra insurgente, o contra terrorista, la cual se basa en la lucha anti narcóticos, es decir pasaron de apoyar una guerra contra los narcos, a una contra las guerrillas, a una nueva contra la sumatoria: la “narco-guerrilla” (el termino se utiliza desde el embajador Lewis Tambs en 1982) ó “narco-terrorista”. Cabe recordar, atizando un poco la hipótesis de que el narcotráfico es más una excusa geopolítica intervencionista, que el capital que mueven los narcos colombianos anualmente, equivale a lo que se mueve en un solo día en la bolsa de los EEUU, según datos aportados por Francisco E. Thoumi (Cátedra, 2006).
Las guerrillas, en tanto, han realizado lo que el argot militar denomina “repliegue estratégico”, o una “aproximación indirecta”, apuntadas al desgasta de su adversario, cediendo espacio para ganar tiempo. Dejando el desgaste al adversario, escogiéndolo sin afán, regresando a la guerra de guerrillas cuando lo han deseado. El paso a acciones de terrorismo urbano (el terror es parte antigua de la tradicional guerra de guerrillas en el campo) como el atentado al Club el Nogal. Que se constituyeron en un absoluto boomerang político contra las mismas, pero continuaron su actividad: “Mientras que en los tres primeros años del presidente Pastrana las FARC realizaron cada dos días un ataque, en el último año de esta administración el promedio ascendió a casi uno diario y en los dos primeros años de Uribe cada dos días esta organización subversiva realizó tres acciones de este tipo. Por otro lado el número de ataques de la insurgencia en los dos primeros años de Uribe (900) casi iguala al total de acciones de los cuatro años de Pastrana (907)” ([1]). Diversos textos de fundaciones como “Seguridad y Democracia” pueden ser consultados al respecto.
Para Octubre del 2004, poco más dedos años luego de iniciarse la primera administración Uribe, los propios impulsores del Plan Colombia ([2]), el jefe del Comando Sur, el general James Hill (Quien en dos años de gestión James Hill, estuvo 25 veces en Colombia y seis en Ecuador. No visitó Venezuela…) hizo una revelación en un diálogo con el diario EL COMERCIO, de Ecuador: “Nunca habrá una solución militar al problema interno colombiano. El papel de los militares es inmenso e importante, pero nunca resolverán el problema por sí mismos” En esa misma nota periodística y para regresar a Latinoamérica y a nuestros vecinos, el general (r) René Vargas Pazos, ex jefe de las FF.AA ecuatorianas, coincidía con el general Hill en que la solución al conflicto de Colombia no sería armada. “Mientras haya pobreza y 4 millones de desplazados, habrá conflicto” ([3]).
Semestres después de esas valiosas declaraciones, cuando como lo reseñaba el (hoy) único diario nacional, ya nuestros soldados profesionales se pueden jubilar tras 20 años (¡20 años!) de operativos y tomando a diversos calificados analistas, como el excomandante de Brigada, Coronel (r) Velásquez todo indica que estamos donde arrancamos: “las FARC se hicieron sentir, en especial, durante el primer semestre de 2005. En febrero con asalto a una base en Iscuandé Nariño y con una emboscada en el Urabá antioqueño. En marzo, con un ataque entre la Tagua y Puerto Leguízamo, en abril con una emboscada al Ejército en Arauca y con diferentes acciones en el Cauca, y en junio con el ataque a la base de Teteyé en el Putumayo, frontera con el Ecuador, desatando además un incidente con el país vecino. Al sumar los muertos y heridos que produjeron junto con los de otras acciones menores en diez departamentos, el número sobrepaso el centenar de miembros de la Fuerza Pública” (Velásquez, 2006:22) …plantea que al parecer el descenso de sus acciones en el primer semestre del 2006 buscaba debilitar la reelección presidencial y que incluso se ha dado un aumento del numero de ataques a la fuerza pública y de los índices de letalidad ([4]); La Fundación Seguridad y Democracia, en su proyección del 2006 plantea que “No es muy probable que el Plan Patriota muestre los resultados que la opinión pública está esperando. Pero su visibilidad podría decaer ante el público por efecto de la ofensiva guerrillera en el resto del país. Esto podría hacer posible, sino su desmonte gradual, sí el traslado de parte de sus tropas hacia otras regiones del país donde serán requeridas con urgencia por efecto de las nuevas complicaciones en la situación de orden público. En todo caso, continuarán y serán más acerbas las críticas a esta campaña cuyo empantanamiento será cada vez más inocultable” ([5]).Román D. Ortiz (Cátedra, 2006), agrega como si bien se ha reducido el ataque a poblaciones se ha dado un incremento, según los propios datos de Mindefensa de los hostigamientos, sus nichos de reclutamiento permanecen, y si bien se han desgastado en las zonas centrales del país, se han replegado exitosamente a las áreas fronterizas y periféricas, reconstruyendo su retaguardia entre otros, Rangel, en el mismo escenario académico, en tanto dice que la táctica de la guerrilla les ha permitido preservar su fuerza casi intacta, que los 18.000 hombres dispuestos por el Plan Patriota para golpear la retaguardia estratégica de las FARC han sido eludidos exitosamente y en esencia que estas “no se han debilitado críticamente” poseyendo la capacidad para retomar los espacios dejados por los paramilitares; y podríamos citar otros nacionales e internacionales, los cuales coinciden en sus apreciaciones.
¿Empate II, hacia la negociación definitiva?
Así las cosas, hemos comenzado el segundo gobierno del presidente Uribe, hemos pasado por la segunda tregua utilizada por las FARC para fortalecerse militarmente, hemos pasado por la segunda oferta de derrotar a esas FARC –fortalecidas- en cuestión de semestres lo cual, claramente no sucedió: no se pudo llevar al adversario a convencerse de que están derrotados, a quebrar su voluntad de lucha como lo plantean los grandes teóricos de la guerra como Clawsewitz (1999) y así parece haberlo entendido el presidente reelecto, Uribe II, desde las primeras horas en que se conocieron sus resultados, según lo revelaban diversas publicaciones.
Lo que pocos parecen ver es que se están dando las posibilidades para que por segunda vez estemos asistiendo a un empate militar negativo. El empate que dio pie a una negociación real con los 7 grupos que se desmovilizaron alrededor de la Asamblea Nacional Constituyente del 91 (...).
Lo sano de este enfoque es que viabiliza ante la “moral” de “las”…porque son “las”… “tropas” la posibilidad de dialogar, y que además, en medio de este escenario, o, porqué no, de este “imaginario” (...); es cuando se dieron los exitosos procesos de El Salvador, diversos procesos Africanos, y más recientemente el de la desmovilización de los grupos guerrilleros Colombianos al final de los 80’s y principio de los 90’s: la historia nos sirve, entonces, también para eso, para buscar los momentos en que las negociaciones han sido mas viables, como parece serlo ahora.
Bogotá, Colombia, 16 de Octubre de 2006.
[1] En http://www.seguridadydemocracia.org
/docs/pdf/ocasionales/DerrotaoEstrategia.pdf Pág. 22
[2] Según el Center For Internacional Policy, la ayuda militar y policial de Estados Unidos a Colombia paso de 88.6 millones de dólares en 1997 a 765.3 en el 2000, mientras en el gobierno Uribe 1, 2002-06 estuvo en 401, 621, 549, 629 (estimado), (589 proyectados para el 2006) millones de dólares. Vale la pena anotar que según el Ministerio de Hacienda, para la vigencia fiscal del 2005, el sector defensa presupuesto un gasto de 11.5 Millones de Millones (Billones) de pesos, dedicándose el 27.8% al ejército y la policía 28.4% (Ley No 91, 23 Dic 2004 y decretos asociados)
[3] En http://elcomercio.terra.com.ec
/solo_texto_search.asp?id_noticia=106505&anio=2004&mes=10&dia=14
[4] Opinión que refuerzan los datos de http://www.seguridadydemocracia.org
/docs/pdf/ocasionales/BoletínInformeEspecialAtaques.pdf (48)
[5] En http://www.seguridadydemocracia.org
/docs/pdf/ocasionales/2006PerspectivasSeguridad.pdf (4-5)
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