Opinión, un voto que no se amarra
Cada vez es mayor el número de ciudadanos que acude a las urnas sin ningún tipo de marca política.
POR SERGIO A. NARANJO M. | Publicado el 3 de marzo de 2013
Imagínese un bogotano, un medellinense o un caleño, profesional y tal vez con especialización o maestría, que se informa a través de investigaciones, prensa, radio u otro medio masivo. Ahora imagíneselo en elecciones, ¿por quién votaría?, difícil saberlo, pues se trata de un votante de opinión.
Recibe su nombre porque no se deja llevar por las maquinarias de algún partido o movimiento político, sino que elige a un candidato según su propia percepción y opinión.
Entre los problemas está que no se sabe por qué candidato optará, por lo que mientras los partidos no elijan aspirantes, la sociedad y los votantes de opinión no decidirán para las elecciones del próximo año.
Es difícil marcar el origen del voto de opinión en Colombia. Para algunos analistas, su impacto surge desde los años 70, luego del llamado Frente Nacional; otros optan por ponerlo más cercano, en los 80, con el surgimiento de la elección de alcaldes.
Otros lo marcan desde más cerca, a inicios de los 90, luego de la Constitución de 1991. Pero lo cierto es que ha venido evolucionando, atado sobre todo al crecimiento de la población y de los medios de comunicación.
Según Alejo Vargas, director del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional, la incidencia del voto de opinión hoy es cercana al 35 por ciento, en unas elecciones presidenciales. Es decir, se necesita de él para llegar a un cargo como es el de jefe de Estado, pero no es exclusivo.
En palabras de Luis Guillermo Patiño, director de la Facultad de Ciencias Políticas de UPB, "no se puede maximizar en las elecciones presidenciales de 2014 el voto de opinión, porque se concentra en las grandes ciudades y hay un gran porcentaje que no está en las ciudades, sino amarrados a partidos tradicionales o a ciertos políticos que ejercen control en las regiones".
Recibe su nombre porque no se deja llevar por las maquinarias de algún partido o movimiento político, sino que elige a un candidato según su propia percepción y opinión.
Entre los problemas está que no se sabe por qué candidato optará, por lo que mientras los partidos no elijan aspirantes, la sociedad y los votantes de opinión no decidirán para las elecciones del próximo año.
Es difícil marcar el origen del voto de opinión en Colombia. Para algunos analistas, su impacto surge desde los años 70, luego del llamado Frente Nacional; otros optan por ponerlo más cercano, en los 80, con el surgimiento de la elección de alcaldes.
Otros lo marcan desde más cerca, a inicios de los 90, luego de la Constitución de 1991. Pero lo cierto es que ha venido evolucionando, atado sobre todo al crecimiento de la población y de los medios de comunicación.
Según Alejo Vargas, director del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional, la incidencia del voto de opinión hoy es cercana al 35 por ciento, en unas elecciones presidenciales. Es decir, se necesita de él para llegar a un cargo como es el de jefe de Estado, pero no es exclusivo.
En palabras de Luis Guillermo Patiño, director de la Facultad de Ciencias Políticas de UPB, "no se puede maximizar en las elecciones presidenciales de 2014 el voto de opinión, porque se concentra en las grandes ciudades y hay un gran porcentaje que no está en las ciudades, sino amarrados a partidos tradicionales o a ciertos políticos que ejercen control en las regiones".
Suele situarse en la clase media
Aunque algunos consideran esta característica como clasista, pues efectivamente se refiere a cuestiones económicas y sociales, por regla general al voto de opinión lo ubican en las franjas de clase media.
Al ser de clase media, se ve más notorio en donde se concentre la mayor cantidad de población de este tipo, es decir en las grandes ciudades, como Bogotá, Medellín o Cali. De estas últimas, la reina en cantidad de voto de opinión es la Capital, siendo más fácil medir la influencia de este en una determinada elección. Y que, además, tiene un título profesional y ha hecho algún tipo de postgrado, llámese especialización, maestría o doctorado.
Incluso, tiene edad, entre 30 y 45 años, que hace que el votante de opinión no solo se informe y tenga algún tipo de conocimiento de la actualidad, sino que además trabaja, y su cargo no depende de que un determinado partido o movimiento político llegue a un cargo de autoridad. No depende de contratación pública, ni tienen relación directa con determinado político afiliado a una colectividad.
No tiene una definición exacta
Analistas y expertos no se arriesgan a definir de manera tajante qué es el voto de opinión, de ahí que sea tan difícil medirlo y saber el impacto real que tienen o tendrían en una elección en particular. La definición que más se ha extendido es la del no: no es maquinaria, no es clientelista, no es amarrado.
Lo único que se arriesgan a decir es que ese voto, del que no se sabe a ciencia cierta qué es, sale de esa franja de la población que no cree en los partidos políticos o que al menos no les interesa si el candidato que les gusta pertenece a un determinado color.
De este punto en particular se adhieren aquellos que piensan que este tipo de voto surgió en el país a raíz del llamado Frente Nacional, en el que el Partido Liberal y el Conservador alternaron la presidencia de la República, y dieron origen a la llamada generación sin partido, que evolucionó a las cifras de hoy, en las que al menos el 75 por ciento de los colombianos asumen no tener filiación política, según cifras del Barómetro de las Américas.
Vota por alcalde, gobernador y presidente
Una de las cualidades más notorias del voto de opinión es que tiene mayor impacto en los llamados cargos uninominales, en los que la baraja de candidatos es más restringida y se elige para ocupar un cargo en cualquiera de los niveles del ejecutivo.
Alcaldes, gobernadores y presidentes son los cargos en los que más fácil se puede apreciar el impacto de un voto no atado, aunque en el momento no tenga la capacidad para decidir una elección, sí incide de manera importante.
En el caso de los cargos a corporaciones públicas, como concejos, asambleas o Congreso, se ve menos presencia del voto de opinión, o al menos un panorama más atomizado, por lo que su importancia se reduce.
Crece con desprestigio de los partidos
A pesar de que no es claro el origen del voto de opinión, sí tiene una relevancia mayor con la llamada explosión de los medios masivos de comunicación, sobre todo radio y televisión.
Los medios son interlocutores de la actualidad, que en tiempos de elecciones van mostrando la baraja de candidatos que están optando por determinado cargo público.
Con la llegada de internet y en particular de las redes sociales, se ha visto cómo estas también están influenciando a los votantes de manera permanente.
Fue el caso de la llamada Ola Verde en 2010, pero que también mostró la debilidad de este tipo de medios con respecto a un candidato, que terminó siendo apoyado por personas que en muchos casos no tenían la edad para votar.
El fantasma caudillista
De las características que más perturban a los jefes de campaña y ponen a comerse las uñas a los candidatos, es que el voto de opinión no se casa, es voluble, es lo que se denomina como voto golondrina, migra sin importar la hora o el día.
Si hoy está con uno, puede perfectamente estar con otro 15 minutos antes de votar o incluso estando en la mesa de votación puede cambiar de candidato. Es por eso que al ver la lista de candidatos que han tenido influencia del voto de opinión en una elección, se notan muchos matices, colores y tendencias, desde Uribe en 2002, hasta Mockus en 2010.
Voto golondrina
Si bien es cierto que no se casa con ningún partido, movimiento político o candidato determinado, sí hay una característica que analistas han notado en las elecciones luego de la Constitución de 1991: les gustan los candidatos de la antipolítica tradicional.
Es decir, si bien el aspirante puede ser de una determinada colectividad, que puede ser tradicional o no, su imagen tendría que ser la de un personaje que quiere reformar, transformar y dejar las formas de hacer política tradicional.
Por eso es que es capaz de castigar candidatos que hayan estado presentes es escándalos de corrupción.
Le gusta la televisión
Algo que concluyen los analistas es la relación inversamente proporcional entre los adeptos a los partidos políticos y el voto de opinión. A más voto de opinión, menos adeptos a los partidos, y viceversa.
Esto es notorio en la última encuesta de Gallup Colombia, en la que el 70 por ciento del país no tiene partido y el 68 por ciento tiene mala imagen de esas colectividades.
Se podría pensar que hay un gran potencial del voto de opinión, pues quienes no tienen ninguna fidelidad a determinado partido, pueden llegar a elegir según un diagnóstico que se puede hacer de determinado candidato en una elección en particular.
Es apolítico
El riesgo más grande que tiene el voto de opinión es el caudillismo o personalismo exagerado de ciertos personajes que cuentan con un amplio carisma y atraen a cientos de votantes que, al no tener una disciplina partidista, pueden ir fácilmente a apoyarlo.
En términos generales, se opone a los sistemas de partidos fuertes, en los que las iniciativas vengan de las colectividades sociales y se propugne menos por personas determinadas y más por grupos políticos consolidados.
Son precisamente esos contextos los que se comportan como caldo de cultivo para que surjan personajes con grandes sonrisas que atraen multitudes.
Fuentes
Jhon Sudarsky, senador Partido Verde; Jorge Londoño, gerente de Gallup Colombia; Alejandra Barrios, directora de la Misión de Observación Electoral; Alejo Vargas, director del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional; Luis Guillermo Patiño, director de la Facultad de Ciencias Políticas de la UPB; Juan Carlos Rodríguez, director del Observatorio de la Democracia de la Universidad de los Andes.
Al ser de clase media, se ve más notorio en donde se concentre la mayor cantidad de población de este tipo, es decir en las grandes ciudades, como Bogotá, Medellín o Cali. De estas últimas, la reina en cantidad de voto de opinión es la Capital, siendo más fácil medir la influencia de este en una determinada elección. Y que, además, tiene un título profesional y ha hecho algún tipo de postgrado, llámese especialización, maestría o doctorado.
Incluso, tiene edad, entre 30 y 45 años, que hace que el votante de opinión no solo se informe y tenga algún tipo de conocimiento de la actualidad, sino que además trabaja, y su cargo no depende de que un determinado partido o movimiento político llegue a un cargo de autoridad. No depende de contratación pública, ni tienen relación directa con determinado político afiliado a una colectividad.
No tiene una definición exacta
Analistas y expertos no se arriesgan a definir de manera tajante qué es el voto de opinión, de ahí que sea tan difícil medirlo y saber el impacto real que tienen o tendrían en una elección en particular. La definición que más se ha extendido es la del no: no es maquinaria, no es clientelista, no es amarrado.
Lo único que se arriesgan a decir es que ese voto, del que no se sabe a ciencia cierta qué es, sale de esa franja de la población que no cree en los partidos políticos o que al menos no les interesa si el candidato que les gusta pertenece a un determinado color.
De este punto en particular se adhieren aquellos que piensan que este tipo de voto surgió en el país a raíz del llamado Frente Nacional, en el que el Partido Liberal y el Conservador alternaron la presidencia de la República, y dieron origen a la llamada generación sin partido, que evolucionó a las cifras de hoy, en las que al menos el 75 por ciento de los colombianos asumen no tener filiación política, según cifras del Barómetro de las Américas.
Vota por alcalde, gobernador y presidente
Una de las cualidades más notorias del voto de opinión es que tiene mayor impacto en los llamados cargos uninominales, en los que la baraja de candidatos es más restringida y se elige para ocupar un cargo en cualquiera de los niveles del ejecutivo.
Alcaldes, gobernadores y presidentes son los cargos en los que más fácil se puede apreciar el impacto de un voto no atado, aunque en el momento no tenga la capacidad para decidir una elección, sí incide de manera importante.
En el caso de los cargos a corporaciones públicas, como concejos, asambleas o Congreso, se ve menos presencia del voto de opinión, o al menos un panorama más atomizado, por lo que su importancia se reduce.
Crece con desprestigio de los partidos
A pesar de que no es claro el origen del voto de opinión, sí tiene una relevancia mayor con la llamada explosión de los medios masivos de comunicación, sobre todo radio y televisión.
Los medios son interlocutores de la actualidad, que en tiempos de elecciones van mostrando la baraja de candidatos que están optando por determinado cargo público.
Con la llegada de internet y en particular de las redes sociales, se ha visto cómo estas también están influenciando a los votantes de manera permanente.
Fue el caso de la llamada Ola Verde en 2010, pero que también mostró la debilidad de este tipo de medios con respecto a un candidato, que terminó siendo apoyado por personas que en muchos casos no tenían la edad para votar.
El fantasma caudillista
De las características que más perturban a los jefes de campaña y ponen a comerse las uñas a los candidatos, es que el voto de opinión no se casa, es voluble, es lo que se denomina como voto golondrina, migra sin importar la hora o el día.
Si hoy está con uno, puede perfectamente estar con otro 15 minutos antes de votar o incluso estando en la mesa de votación puede cambiar de candidato. Es por eso que al ver la lista de candidatos que han tenido influencia del voto de opinión en una elección, se notan muchos matices, colores y tendencias, desde Uribe en 2002, hasta Mockus en 2010.
Voto golondrina
Si bien es cierto que no se casa con ningún partido, movimiento político o candidato determinado, sí hay una característica que analistas han notado en las elecciones luego de la Constitución de 1991: les gustan los candidatos de la antipolítica tradicional.
Es decir, si bien el aspirante puede ser de una determinada colectividad, que puede ser tradicional o no, su imagen tendría que ser la de un personaje que quiere reformar, transformar y dejar las formas de hacer política tradicional.
Por eso es que es capaz de castigar candidatos que hayan estado presentes es escándalos de corrupción.
Le gusta la televisión
Algo que concluyen los analistas es la relación inversamente proporcional entre los adeptos a los partidos políticos y el voto de opinión. A más voto de opinión, menos adeptos a los partidos, y viceversa.
Esto es notorio en la última encuesta de Gallup Colombia, en la que el 70 por ciento del país no tiene partido y el 68 por ciento tiene mala imagen de esas colectividades.
Se podría pensar que hay un gran potencial del voto de opinión, pues quienes no tienen ninguna fidelidad a determinado partido, pueden llegar a elegir según un diagnóstico que se puede hacer de determinado candidato en una elección en particular.
Es apolítico
El riesgo más grande que tiene el voto de opinión es el caudillismo o personalismo exagerado de ciertos personajes que cuentan con un amplio carisma y atraen a cientos de votantes que, al no tener una disciplina partidista, pueden ir fácilmente a apoyarlo.
En términos generales, se opone a los sistemas de partidos fuertes, en los que las iniciativas vengan de las colectividades sociales y se propugne menos por personas determinadas y más por grupos políticos consolidados.
Son precisamente esos contextos los que se comportan como caldo de cultivo para que surjan personajes con grandes sonrisas que atraen multitudes.
Fuentes
Jhon Sudarsky, senador Partido Verde; Jorge Londoño, gerente de Gallup Colombia; Alejandra Barrios, directora de la Misión de Observación Electoral; Alejo Vargas, director del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional; Luis Guillermo Patiño, director de la Facultad de Ciencias Políticas de la UPB; Juan Carlos Rodríguez, director del Observatorio de la Democracia de la Universidad de los Andes.
Personalidades del voto de opinión
A lo largo de la historia política del país, y de manera particular en los últimos 25 años, varias personalidades, sobre todo en candidaturas a la presidencia, pero también a gobernaciones y alcaldías, han contado con el voto de opinión.
Es el caso de los siguientes nombres, que a pesar de no ser los únicos, han marcado influencia en sus ciudades y regiones, por tener la aprobación de gran cantidad de votantes que lo hacen según las características del voto de opinión.
Bernardo Jaramillo OssaEl entonces candidato de la UP a las elecciones de 1990, es uno de los antecedentes que se tienen de un voto de opinión que logró grandes mayorías.
M19El recién desmovilizado M19 logra una gran votación en la Asamblea Nacional Constituyente que le permite compartir la presidencia con el partido Conservador y Liberal.
Antanas MockusLas elecciones de 1995 a la alcaldía de Bogotá se considera uno de los hitos del voto de opinión en el país, al salir elegido el exrector de la Universidad Nacional.
Enrique PeñalosaLas votaciones a la alcaldía de Bogotá en 1997, como continuación al efecto causado por Mockus, hacen que el voto de opinión sea determinante en la capital del país.
Noemí SanínAl lado de la candidata presidencial en 1998, el voto de opinión logra un gran avance, al obtener reconocimiento de su importancia en este tipo de elecciones.
Álvaro UribeEl entonces candidato por el partido político Primero Colombia en 2002, logra un gran apoyo del voto de opinión, en parte por su oposición a la postura de los partidos tradicionales.
Sergio FajardoEs considerado otro de los alcaldes del país apoyado por el voto de opinión en su candidatura a la alcaldía de Medellín en 2003 y la gobernación de Antioquia en 2011.
Carlos GaviriaEl exmagistrado de la Corte Constitucional, en las elecciones de 2006, al competir contra el reelegido presidente Álvaro Uribe, acaparó gran parte del voto de opinión.
Es el caso de los siguientes nombres, que a pesar de no ser los únicos, han marcado influencia en sus ciudades y regiones, por tener la aprobación de gran cantidad de votantes que lo hacen según las características del voto de opinión.
Bernardo Jaramillo OssaEl entonces candidato de la UP a las elecciones de 1990, es uno de los antecedentes que se tienen de un voto de opinión que logró grandes mayorías.
M19El recién desmovilizado M19 logra una gran votación en la Asamblea Nacional Constituyente que le permite compartir la presidencia con el partido Conservador y Liberal.
Antanas MockusLas elecciones de 1995 a la alcaldía de Bogotá se considera uno de los hitos del voto de opinión en el país, al salir elegido el exrector de la Universidad Nacional.
Enrique PeñalosaLas votaciones a la alcaldía de Bogotá en 1997, como continuación al efecto causado por Mockus, hacen que el voto de opinión sea determinante en la capital del país.
Noemí SanínAl lado de la candidata presidencial en 1998, el voto de opinión logra un gran avance, al obtener reconocimiento de su importancia en este tipo de elecciones.
Álvaro UribeEl entonces candidato por el partido político Primero Colombia en 2002, logra un gran apoyo del voto de opinión, en parte por su oposición a la postura de los partidos tradicionales.
Sergio FajardoEs considerado otro de los alcaldes del país apoyado por el voto de opinión en su candidatura a la alcaldía de Medellín en 2003 y la gobernación de Antioquia en 2011.
Carlos GaviriaEl exmagistrado de la Corte Constitucional, en las elecciones de 2006, al competir contra el reelegido presidente Álvaro Uribe, acaparó gran parte del voto de opinión.
ANÁLISIS
Un voto que tiene sus más y sus menos
JUAN CARLOS RODRÍGUEZ Observatorio de la Democracia Universidad de los Andes
“Hay una dificultad en definir qué es el voto de opinión, pues hay una tendencia a sobreponer este voto al de maquinaria, de clientela, y esto puede ser cierto, pero tiene una connotación en cierto sentido clasista, en la medida en que las maquinarias están asociadas a sectores más pobres y más rurales, mientras el voto de opinión está asociado a sectores más urbanos y más educados. Ahora, sí es un hecho en la medida en que las identidades partidistas se debilitaban en Colombia, lo que podríamos llamar el voto de opinión o aquel que no está atado a una lealtad partidaria, sí ha aumentado y a finales del Frente Nacional, que empieza a debilitarse.
Es también de anotar que los aparatos partidistas se mueven más en las elecciones a corporaciones públicas, mientras en las otras, de cargos uninominales, se trata más de una de la persona del candidato. De ahí que este tipo de voto tiene sus más y sus menos. Se dice que es libre de maquinarias clientelares, lo cual es positivo, pero si se quisiera que la democracia funcionara con propuestas partidistas, el voto de opinión podría reflejarse en un voto inclinado más hacia personajes carismáticos y caudillistas, lo que a su vez también tiene problemas, como se ha visto en varios países de América Latina”.
“Hay una dificultad en definir qué es el voto de opinión, pues hay una tendencia a sobreponer este voto al de maquinaria, de clientela, y esto puede ser cierto, pero tiene una connotación en cierto sentido clasista, en la medida en que las maquinarias están asociadas a sectores más pobres y más rurales, mientras el voto de opinión está asociado a sectores más urbanos y más educados. Ahora, sí es un hecho en la medida en que las identidades partidistas se debilitaban en Colombia, lo que podríamos llamar el voto de opinión o aquel que no está atado a una lealtad partidaria, sí ha aumentado y a finales del Frente Nacional, que empieza a debilitarse.
Es también de anotar que los aparatos partidistas se mueven más en las elecciones a corporaciones públicas, mientras en las otras, de cargos uninominales, se trata más de una de la persona del candidato. De ahí que este tipo de voto tiene sus más y sus menos. Se dice que es libre de maquinarias clientelares, lo cual es positivo, pero si se quisiera que la democracia funcionara con propuestas partidistas, el voto de opinión podría reflejarse en un voto inclinado más hacia personajes carismáticos y caudillistas, lo que a su vez también tiene problemas, como se ha visto en varios países de América Latina”.
PARA SABER MÁS
Ficha técnica de la encuesta
La encuesta la realiza Gallup Colombia para la venta por suscripción. El universo son hombres y mujeres de 18 años o más, de todos los estratos socio-económicos. Las 1.200 encuestas se recogieron vía telefónica en Bogotá (400) y Medellín, Cali, Barranquilla y Bucaramanga (200 en cada una).
Los márgenes de error dentro de unos límites de confianza de un 95%. Son para el total de la muestra de las 5 ciudades +/-3%, para el total de la muestra de Bogotá +/-5% y para los totales de Medellín, Cali, Barranquilla y Bucaramanga +/-7%. La muestra se recolectó del 13 al 20 de febrero de 2013.
Los márgenes de error dentro de unos límites de confianza de un 95%. Son para el total de la muestra de las 5 ciudades +/-3%, para el total de la muestra de Bogotá +/-5% y para los totales de Medellín, Cali, Barranquilla y Bucaramanga +/-7%. La muestra se recolectó del 13 al 20 de febrero de 2013.
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