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Qué es el reciclaje neuronal (o cuando nuestro cerebro hace bricolaje)
Mientras leés estas líneas, tu cerebro va cambiando gracias a una incontable secuencia de eventos físicos y químicos que se producen secretamente. El doctor en física Andrés Rieznik, autor del libro "Atletismo mental", explica cómo y por qué se dan estos cambios.
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Algunos módulos cerebrales que evolucionaron por alguna razón particular pueden haber sido luego reciclados por la cultura para su uso en nuevas tareas. El ejemplo clásico es el de la lectura.
A diferencia del habla, la lectura es una invención cultural moderna, de pocos miles de años de antigüedad, en contraste con las centenas de milenios que llevamos sobre el planeta. Los circuitos cerebrales que utilizamos para leer no pueden, entonces, haber evolucionado para ese fin, sino que deben haber sido otros circuitos, como el del lenguaje y el de reconocimiento de formas visuales, los que fueron reciclados por nuestra cultura para la lectura.
Vale la pena una aclaración. El concepto de reciclaje neuronal es similar al de evolución como un proceso de bricolaje. ¿A qué nos referimos? Citemos a François Jacob, premio Nobel francés reconocido por su trabajo en esta área: “La acción de la selección natural ha sido frecuentemente comparada con la de un ingeniero. Esta comparación, sin embargo, no es adecuada. Primero, en contraste con lo que ocurre durante la evolución, el ingeniero trabaja de acuerdo con un plan preconcebido. Segundo, un ingeniero que prepara una nueva estructura no necesariamente trabaja a partir de otras más viejas. La bombilla eléctrica no derivó de las velas, ni el motor de reacción de los motores de combustión interna (…). Finalmente, los objetos así producidos desde cero por un ingeniero, al menos por un buen ingeniero, alcanzan los niveles de perfección posibilitados por la tecnología del momento”.
“En contraste, la evolución no produce innovaciones desde cero. Trabaja con lo que ya existe, transformando un sistema para darle una nueva función y combinándolo con otros para producir uno más complejo. La selección natural no es análoga a ningún aspecto del comportamiento humano. Si uno quisiese realizar alguna comparación, debería decir que el proceso se parece al del bricolaje”.
A diferencia del proceso de reciclaje neuronal, guiado por la cultura, el proceso evolutivo, comparado con el bricolaje, es guiado por la selección natural.
Quiere decir que son dos procesos similares, pero con distintos guías. Así, aunque ambos fenómenos están relacionados con el uso de módulos existentes para nuevas funciones, se diferencian porque en un caso es la cultura la que guía el proceso, mientras que en el otro el diseño es dado por el proceso de selección natural, con sus propios tiempos.
Cableando el universo
Como vimos, el reciclaje neuronal consiste en la integración, a través del aprendizaje, de diferentes módulos mentales. Esta integración se da a nivel físico: mientras aprendemos, nuestro cerebro va modificándose, van creándose nuevas conexiones; quiere decir que se cablea y su estructura se modifica.
Mientras leés estas líneas, tu cerebro va cambiando gracias a una incontable secuencia de eventos físicos y químicos que se producen secretamente. A esta capacidad del cerebro de modificarse a sí mismo la llamamos plasticidad neuronal. Gracias a que el cerebro es plástico, puede formar nuevas uniones entre sus partes. Veámoslo con un ejemplo.
Cuando aprendemos a leer, se crean nuevas conexiones entre las partes especializadas en el reconocimiento de imágenes visuales y las dedicadas al lenguaje. Así, al asociar la forma “A” al sonido correspondiente y a un significado concreto, estamos utilizando una autopista neuronal que se formó gracias a la práctica y el aprendizaje.
La directora de orquesta de este aprendizaje, la que indica quién debe conectarse con quién, es la corteza prefrontal, la parte del cerebro que está detrás de la frente. Cuando un niño con mucho esfuerzo ve la forma “A” y pronuncia ese sonido, es la corteza prefrontal la que comanda esta operación marcándole a cada parte del cerebro si debe activarse (“encenderse”) o no. Y entonces esas partes que se encendieron juntas, por orden de la corteza prefrontal, empiezan a conectarse, a cablearse.
Hay un principio que subyace a todo aprendizaje: las neuronas que se encienden juntas se cablean, se conectan. Así, en un niño que está aprendiendo, la forma “A” activa tanto la región de la corteza visual que la reconoce como aquella del lenguaje, y la sonora, que produce el sonido. Y entonces, de tanto activarse juntas, estas regiones se conectan también físicamente. Al principio, para que la conexión ocurra, debe intervenir la corteza prefrontal diciendo quién debe activarse. Pero después de incontables veces, la forma “A” activará todas las regiones cerebrales necesarias sin que intervenga la corteza prefrontal: es cuando leemos ya sin esfuerzo.
Es así como se produce todo aprendizaje: al principio la corteza prefrontal interviene y nuestra sensación subjetiva, introspectiva, es de mucho esfuerzo mental. Luego, de tanto repetir la tarea, las áreas del cerebro necesarias se encienden juntas en forma automática gracias a que se han conectado físicamente, y la corteza prefrontal ya no necesita intervenir. Es cuando podemos realizar sin esfuerzo la tarea que aprendimos.
Fragmento del libro "Atletismo mental. Técnicas para entrenar el cerebro y mejorar la memoria" (Sudamericana), de Andrés Rieznik.
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