jueves, mayo 14, 2009

Por qué abandono mi cátedra…De Marius Reiser

Trad. Marta Kovacsics M.

20 de Enero de 2009

Había una vez una institución a la que le decían “Universidad”. Ahí, iba mucha gente joven para sentir aquel placer que se llamaba la “libertad académica”. Leían libros, discutían, tomaban café. Visitaban las clases magistrales de los profesores o de pronto no, porque no había obligación de hacerlo. Había ejercicios y seminarios, a los que en lo posible, no se debía faltar demasiado. Se escribían trabajos de seminario, de pronto había que superar uno que otro examen y al final escribir una tesis. Luego se recibía un diploma y se tenía bastantes posibilidades para obtener un buen puesto. Así pasaron doscientos años. De pronto llegó y se instaló una tormenta, y comenzaron a llover determinaciones para la reestructuración de todas las carreras. La tempestad recibió el nombre “Boloña” y le puso rápidamente fin a la buena vida.

Un elevado número de ministerios de educación determinó crear en el año 1999, una “Europa del saber” y un “espacio europeo de los estudios superiores”, que debía lograr la movilidad de estudiantes y docentes. La condición para esto debía ser una facilitación del reconocimiento mutuo de los logros y grados académicos. Si se hubiera tratado solamente de esto, hubiéramos podido dejar, en Alemania, con unos pocos cambios, todo como estaba. Porque la movilidad en el espacio académico no era un problema mayor y nuestros exámenes finales y grados eran reconocidos a nivel mundial. Cuando venían estudiantes de otras universidades, el representante de cada asignación definía lo que debía ser reconocido y qué no. Las demás asignaciones se definían luego de manera individual en cada uno de los casos.

El orden de una fábrica de aprendizaje
Pero en Alemania se utilizó “Boloña” como una excusa, para al fin poder darle a las universidades, lo que sorprendentemente está ligado con el nombre de Boloña: “el rígido orden de una fábrica de aprendizaje”. Esto era lo que caracterizaba, según Arno Borst, a la Universidad de Boloña en contraposición a la de París, en la Edad Media. La versión contemporánea de este ideal exige inicialmente un modelo consecutivo de estudios, que está compuesto primero, por una duración de seis semestres cerrando con un Bachelor (pregrado) y un estudio de cuatro semestres con la graduación de una maestría.
Teóricamente el pregrado ya debería ser suficiente para una capacidad profesional, pero de hecho no lo es en la mayoría de las carreras, porque sus campos profesionales exigen más que un mínimo de su propio contenido. En Alemania ni siquiera es suficiente el pregrado de tres años para ser maestro de la escuela básica. La mayoría de las universidades extranjeras, por lo menos en América, no quiere reconocer este pregrado como requisito para la maestría y exige para esto un estudio de cuatro años.

El aburrimiento de los talentosos
El núcleo del nuevo modelo alemán, son los así llamados módulos. Los módulos son unidades, que están compuestos por cursos definidos. Éstos deben ser propuestos dentro de una secuencia definida y deben ser seguidos de esta manera por los estudiantes. Para cursar un módulo de manera exitosa, se debe obtener un puntaje mínimo de logros (créditos). Estos créditos se elaboran según el tiempo calculado que necesitaría el estudiante para aprender los contenidos de los cursos. Si se muestra, que el estudiante no puede superar lo exigido en el tiempo propuesto, entonces los docentes deben reducir el contenido de su materia. Porque los estudiantes no pueden o no deben de ninguna estudiar más de 1800 horas por año, lo que corresponde más o menos de 32 a 40 horas semanales, teniendo en cuenta las vacaciones que duran seis semanas al año.
Por lo visto no se tiene en cuenta los distintos niveles de talento. En la realidad esto significa, que el docente se debe orientar según el estudiante más débil. Es decir, ya en la universidad no se trata de fomentar, en primera línea al más talentoso, sino de lograr pasar al más débil. Entonces uno se pregunta, qué sucede con los talentosos. ¿Tienen planeado crear escuelas de élite? Por el momento lo que se desataría en los talentosos, es un enorme aburrimiento, si no un enorme asco.

Un gigante e inflexible libro de enseñanza
Obviamente todo se hace con la ya conocida minuciosidad alemana. Es que debe ser un reglamento rígido en el que ya no puede existir una escapatoria. Todo está ahora definido, el estudiante sabe a cada momento lo que se debe hacer, sólo tiene que mirar la programación. Tiene que inscribirse a cada uno de los cursos, cada uno es examinado bajo las más rígidas condiciones. En el pregrado sólo se pueden escoger, respecto a los trabajos finales, temas que pueden ser escritos en dos semanas (en casos de excepción en cuatro semanas), con un exacto control del tiempo. Algunas clases magistrales deben ser programadas cada dos semestres. Las clases son concebidas como lecciones frontales y los seminarios como enseñanza escolar. Todo apunta consecuentemente a un gran libro de enseñanza que solo debe ser leído en voz alta.
Este sistema es por naturaleza inflexible. Teniendo en cuenta que cada una de las asignaturas crea su propio y rígido plan de estudios, se vuelve difícil estudias dos carreras paralelamente. Por lo menos el número de materias combinables se reduce en comparación a antes, de manera considerable. Pero aún se desconoce algo más preciso al respecto. Porque cada una de las universidades programa para sí misma, el diseño concreto de los módulos es en cada una distinto, por lo que el cambio de una universidad a la otra se dificulta o más bien se convierte en una imposibilidad. Esto, en realidad contradice a las metas del manifiesto de Boloña, pero de alguna manera no parecería hacer mella a los que planificaron esto. Cada universidad, por lo tanto, ofrece su propia molienda y quien se haya decidido por una de estas moliendas debe quedar moliendo porque si no, es tirado afuera.
En el siglo XIX, los ciclos superiores de los colegios eran a menudo llamados moliendas. Ahora, las universidades también entran en esta definición. Pero, ¿las universidades pueden ser llamadas con razón moliendas o fábricas de enseñanza? Realmente no. Pero como tantas veces los nombres ¡son sólo ruido y pocas nueces!

A menudo se habla de la utilidad pero nunca del espíritu
Por lo general, la que se esforzaba por este nuevo sistema era la Hochschulrektorenkonferenz (Agrupación oficial de universidades alemanas). Si se lee el “Boloña – Reader”, publicado por ellos en el año 2004, además del terrible alemán utilizado en él, llama la atención una extraña observación. Según los documentos fundamentales, en este nuevo sistema se trata de “estrategias de marketing”, “capacidad de competencia”, “procesos de enrolamiento” y “reclutamiento a nivel europeo de profesores universitarios”; del “management de las universidades” y la “creación de un espacio económico basado en el conocimiento”; de un “aseguramiento de la calidad”, “eficiencia” y de la “concepción adecuada del estudio”; de “sinergias” y el “potencial para la innovación del desarrollo social y económico”. En absolutamente ninguna parte se trata del espíritu que exige en sí la formación. En ninguna parte de habla de que el conocimiento, el saber y la inteligencia son valores que son amados y ansiados por sí mismos. Esto seguramente nunca lo pensaron los iniciadores de este nuevo sistema. Todo el libro está envuelto en un espíritu de un triste materialismo y utilitarismo. El estudio es formación profesional, se estudia para una meta definida, el saber tiene que valer la pena y todo lo demás es una patraña erudita y afectada. Esta es la filosofía, o también podríamos decir el dogmatismo que regula ahora las universidades.
Por esto mismo, el contenido de las asignaturas debe ser des-compuesto en unidades de enseñanza y exámenes que se entregan dentro de un margen completamente controlado. Porque en la Europa del conocimiento no se cree en principio en el espíritu independiente, pero sí en el embudo de Nuremberg[1]. Y muy pronto la Universidad sólo conocerá al burócrata académico (Brotgelehrter) de Friedrich Schiller, “quien solamente pone en movimientos las fuerzas de su razonamiento para mejorar su estado anímico y satisfacer su pequeño vicio de la fama”. Si se quiere saber algo más sobre este tema, sólo hay que leer el discurso de presentación académica de Schiller[2].

Un peligro se convierte en programa
Este desarrollo ya fue descrito por Karls Jaspers en el año 1930 en la ya famosa edición número 1000 de Göschen: “La situación intelectual del tiempo”. Ahí se lee como si efectivamente se tratara del “proceso de Boloña”: “El estado masivo en las universidades tiene la tendencia de aniquilar la ciencia como ciencia. Esta debe acomodarse a las masas, quienes a su vez sólo quieren su meta práctica, es decir un examen y su correspondiente derecho a él. La investigación sólo debe ser fomentada en cuanto pueda prometer resultados valorizables en la práctica. Así la ciencia se reduce a una objetividad comprensible de lo posible de aprender.
En vez de una escuela superior, que vive dentro de su curiosidad intelectual del “sapere aude” (atrévete a utilizar tu intelecto), se crea solamente una escuela. Al individuo le es quitado el peligro de buscar su propio camino mediante un programa obligatorio de estudios.” Lo que Karl Jaspers describía como peligro ha sido elevado, con el nuevo sistema de estudios, a un programa.

Las diferencias no se conocen
“El estado no debe tratar a sus universidades como colegios o escuelas especiales.” Wilhelm von Humboldt, que representaba esta idea hace exactamente doscientos años, tuvo que haber sido un pobre bobo, si el nuevo sistema es mejor porque efectivamente piensa precisamente lo contrario. La sola idea de que debería haber una diferencia esencial entre escuela y escuela superior les debe parecer a los representantes del nuevo sistema, grotesco. Ni siquiera hacen una diferenciación entre ciencias naturales y ciencias humanas, que tanto el uno como el otro son insertados en el marco de los módulos. El fundamento, que el método de una ciencia depende de su objeto, ni siquiera hay que ensayar a explicárselos.
Esta misma concepción, es decir la de Humboldt, también es la de John Henry Newman, quien a mitades del siglo XIX fundó una universidad católica en Dublín y resumió sus conceptos en un libro titulado: “The idea of a University”. Según éste, la universidad no debía ser un bazar donde todo es “showy” y apunta a ese ya conocido brillo exterior. Tampoco es “una fábrica, un taller, una molienda”. Puesto que en un principio, la universidad está para una finalidad en sí; lleva su recompensa en sí misma. La tarea de la universidad no debe ser vista como un mero conducto hacia el conocimiento. Puesto que éste sólo conduciría a una superficialidad que ya no sería capaz de reconocer su propia superficialidad. La ciencia para Newman, es más que una suma del saber, y más exactamente el saber no es poder, como lo dice el dicho, sino ciencia.

El fuego es bueno contra los ratones
También la teología deja de ser ciencia si es enseñada ya únicamente como medio para la enseñanza de la religión y del sermón. Y Newman está convencido de que: “Sin una definición propia e independencia no puede lograrse una obra grande y viva.” Por esta misma razón en su universidad, tanto el intelecto como la religión debían tener la mayor libertad posible.
Humboldt y Newman estaban de acuerdo en sus fundamentos. Ahora, el mundo y la iglesia se juntaron para poner a reinar lo contrario a estos principios. La meta de la formación universitaria, también en las asignaturas de las ciencias humanas, ya no debe ser prioritaria en la formación de las capacidades espirituales e intelectuales, sino en la indocrinación y la inculcación del conocimiento mediante el embudo. Y esto sólo funciona, por supuesto, mediante la abolición de la libertad académica. En las leyes fundamentales de la República Federal de Alemania, algo se dice sobre la libertad de la enseñanza (aquí ni siquiera vamos a hablar de investigación), pero los juristas, sin duda alguna, nos van a comprobar, que eso no se refería a lo que había hasta ahora y que con lo poquito de libertad que se le concede a los profesores, se cumple a satisfacción la ley.
Una de las razones para los muchos patrocinadores de este estricto sistema de módulos es sin duda alguna lo que antes se llamaba con una cierta ironía la “buena vida” de los estudiantes. Ya se sabe que se ha abusado de la libertad académica, bajo el seudónimo del descuido, comodidad y el dolce far niente. En un rebaño humano siempre hay ovejas negras. Pero: abusus non tollit usum. El abuso de una cosa no es una objeción contra ella misma. O de pronto esto es tratado según el principio de aquel campesino que dijo: “esto es bueno contra los ratones” y prendió su granja.

¿Impotencia contra el sistema?
La monstruosidad de las exigencias excesivas para los estudiantes y los profesores sólo es superada por la diligencia con la cual los implicados permiten que todo suceda. Sin esta disponibilidad de los implicados, la transformación de la universidad hacia una molienda y una fábrica de aprendizaje no sería posible. ¿Resistencia, oposición, demostraciones, boicoteo? ¿El famoso “grito”? Nada o casi nada de todo esto. Se me asegura de distintos bandos, que frente al establecimiento universitario y la burocracia educativa, los profesores universitarios son prácticamente impotentes. Entonces ¿vivimos en una dictadura?
Claro los profesores de la universidad no pueden entrar en huelga, porque son empleados estatales. Y su independencia y libertad son inhibidas cada vez más mediante la dependencia con terceros, salarios dependientes de sus logros y evaluaciones dudosas. Pero en realidad las pocas posibilidades de resistencia que aún quedan no han sido agotadas del todo. A nivel político-universitario, la federación alemana de universidades ha tomado una posición decididamente crítica. ¿Será que la mayoría de los profesores son cobardes o sólo están cansados? O de pronto ¿todos o casi todos están del lado del nuevo sistema. ¿Les parecerá mejor?

Caída del nivel
Personalmente no me he encontrado con ningún colega, al que no le parezca que el antiguo sistema es mejor. Seguramente esto cambia de asignatura a asignatura. Y obviamente que también habría que haber reformado algunas cosas al antiguo sistema. Pero, ¿declarar en su totalidad al nuevo sistema como mejor? Imposible. La mayoría de los colegas están de acuerdo que con mucho más esfuerzos en la enseñanza, los exámenes y actividad administrativa que exige el nuevo sistema sólo se logra una sensible caída del nivel. De hecho casi se podría decir que se lleva a una nivelación entre universidad y escuela superior. Y sin embargo todos se incluyen en esta transformación, sólo las facultades de derecho y de medicina se mantienen por fuera y por lo menos ponen una resistencia.
Las facultades de derecho parecen ser los críticos más acérrimos de este nuevo sistema. Pero, a propósito casi todas las asignaturas de derecho, con un poco de gruñidos, pero en general sin mucho ruido, están ya creando programas de estudios divididos en módulos, que van a remplazar la antigua carrera. Hasta se someten al control de unas “agencias de acreditaciones”, que tienen la forma legal de una entidad sin ánimo de lucro. ¿Cómo se pudo llegar hasta esto?
En las conversaciones, los colegas explican unificadamente, que las nuevas reglas no deben ser tomadas tan a pecho, que deben ser volteadas, permeadas, burladas.
Es decir, ¿practicar la trampa de corbata blanca, y así “hacer lo mejor que se puede”? ¿Realmente se puede luchar contra un monstruo sólo con agujas? ¿Se puede evadir al Moloch mediante la resistencia pasiva? O ¿acaso la inteligencia alemana se ha resignado sencillamente al fatalismo? Y de hecho, fatalismo es lo que se encuentra en todas partes. Colegas mayores dicen sin ninguna clase de ironía: “Después de mí el diluvio universal.”

Ser llamado no significa ser reclutado
De alguna manera los hechos en nuestras universidades recuerdan a lo que, en el capítulo 23 del Evangelio según san Mateo, se les reprocha a los fariseos: cuelan mosquitos y tragan camellos, sólo hablan pero no hacen lo que dicen: amarran pesadas cargas y se los imponen a los estudiantes para luego asegurar que sólo quieren llevar este difícil yugo del nuevo sistema por amor a sus estudiantes. Sólo esta posición permite, que la universidad vaya derecho a su propia disolución sin son ni ton. En las épocas de mi colegio, la iglesia y el mundo anunciaban al unísono que la libertad era un bien mayor, por el cual había que luchar o hacer sacrificios si se veía en peligro.
Teniendo en cuenta que nadie quiere luchar conmigo, sólo me queda el sacrificio. Yo no he sido “reclutado” sino llamado. La condición más importante para mi vocación, sin embargo no está dada con el nuevo sistema. Por eso mismo he solicitado la baja de mi servicio.



Una antorcha

Marius Reiser es desde 1991 profesor de la cátedra del Nuevo Testamento, en el Departamento de Teología Católica de la Universidad de Mainz. A finales del semestre de Invierno, entrega su cargo de profesor como resistencia a la reforma universitaria que se lleva a cabo bajo el título “El proceso de Boloña” y que le parece insostenible. Aquí publicamos su sustentación frente a esta decisión poco común. Es bueno saber: Reiser nació en el año 1954, es decir no es alguien que se encuentre justo antes de su pensión. Es decir, con esta posición y determinación lleva consigo las consecuencias de su convicción. Ni la Universidad de Mainz, ni el Ministerio de las Ciencias de Rheinland-Pfalz le han dado respuesta, hasta ahora, a su carta de dimisión.

Frankfurter Allgemeine FAZ.NET
http://www.faz.net/s/RubC3FFBF288EDC421F93E22EFA74003C4D/Doc~E55AD24DD2C5E472A84CA69FCBA13D3ED~ATpl~Ecommon~Scontent.html


[1] Es una forma metafórica de querer decir que se aprende de manera mecánica y de memoria. (N de la T.)
[2] Schiller, en su famosa presentación académica en la ciudad de Jena, hace la diferenciación entre el Brotgelehrter (burócrata académico) y el “philosophischer Kopf” (mente filosófica), para hacer la diferenciación entre el profesor de verdad (mente filosófica) y aquél que solo trabaja para ganarse la vida. (N. de la T.)

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