DESPUES DE 20,000 (1)
este resumen está basado, salvo algunos capítulos claves en los comentarios de Jason Zweig que hizo hacia el 2000 -en plena crisis de las punto COM- , sobre el texto de 1970.
Las reflexiones personales, son,
el resumen en sí, pues he escogido lo que me parece,
las resaltadas,
y notas que aparecen a mano derecha
Lo que hace falta es una infraestructura intelectual que permita adoptar decisiones y la capacidad de evitar que las emociones deterioren esa infraestructura.
El que consiga resultados extraordinarios o no dependerá del esfuerzo y el intelecto que aplique a sus inversiones, así como de las oscilaciones provocadas por la irracionalidad del mercado que se produzcan durante su carrera de inversión. Cuanto más irracional sea el comportamiento del mercado, más oportunidades tendrá el inversor que se comporte de manera profesional.
BENJAMIN GRAHAM 1894 – 1976
Su consejo de sensatez aportó incesantes recompensas a sus seguidores, incluso a aquellos que contaban con capacidades naturales inferiores a las de los profesionales mejor dotados que fracasaron al seguir a quienes abogaban por la brillantez o la moda.
(Reimpresión de Financial Analysts Journal, noviembre – diciembre de 1976.)
Una nota sobre Benjamín Graham por Jason Zweig
— Una acción no es un simple símbolo en una tabla de cotización o un pulso electrónico; es una participación en la propiedad de un negocio real, con un valor subyacente que no depende de la cotización de la acción.
— El mercado es un péndulo que oscila constantemente entre un optimismo insostenible (que hace que las acciones sean demasiado caras) y un pesimismo injustificado (que hace que sean demasiado baratas). El inversor inteligente es un realista que vende a optimistas y compra a pesimistas.
— El valor futuro de todas las inversiones es una función de su precio actual. Cuanto mayor sea el precio que se paga, menor será la rentabilidad que se obtenga.
— Por mucho cuidado que se ponga, el único riesgo que ningún inversor puede eliminar por completo es el riesgo de equivocarse. Únicamente si se insiste en lo que Graham denominó el «margen de seguridad», no pagar nunca un precio excesivo, por interesante que pueda parecer una inversión, se pueden minimizar las probabilidades de cometer un error.
Introducción: Qué se pretende conseguir con este libro
Debemos afirmar desde el principio que éste no es un libro sobre «cómo ganar un millón». No hay formas seguras y fáciles de alcanzar la riqueza en los mercados de valores, ni en ningún otro sitio.
Esta marca podría considerarse un argumento convincente del principio de adquisiciones periódicas mensuales y de acciones ordinarias sólidas durante los buenos y los malos tiempos, un programa que se conoce como «promediar el coste en unidades monetarias».
El único principio aplicable a prácticamente todos estos denominados «métodos técnicos», es el de que se debe comprar porque un valor o el mercado ha evolucionado al alza y se debe vender porque ha descendido. Es exactamente lo contrario a cualquier principio de negocio válido en cualquier otro terreno absolutamente improbable que pueda conducir al éxito duradero en el mercado de valores. En nuestra propia experiencia y observación del mercado de valores, que cubre más de 50 años, no hemos conocido a una sola persona que haya ganado dinero de manera consistente o duradera aplicando ese principio de «seguir al mercado».
La profundidad de la retracción del mercado experimentada en 1969-1970 debería haber servido para despejar una ilusión que había ganado terreno durante las dos décadas anteriores. Dicha ilusión afirmaba que se podían comprar las principales acciones ordinarias en cualquier momento y a cualquier precio, con la garantía no sólo de que en última instancia se obtendrían beneficios, sino de que además cualquier pérdida que se pudiese sufrir en el ínterin se recobraría rápidamente gracias a una renovada recuperación del mercado hasta nuevos niveles elevados. Se trataba de una situación demasiado ventajosa para que pudiese ser cierta.
En el área de muchas acciones ordinarias de segundo y tercer orden, sobre todo en el caso de empresas recientemente admitidas a cotización, el caos provocado por la última quiebra del mercado fue catastrófico. No es que fuese una novedad en sí mismo, dado que ya había ocurrido algo similar en 1961-1962, pero en el caso actual se ha producido un elemento novedoso en el sentido de que algunos de los fondos de inversiones tenían grandes compromisos en emisiones extraordinariamente especulativas y evidentemente sobrevaloradas de este tipo. Es obvio que no sólo hay que advertir al principiante de que aunque el entusiasmo pueda ser necesario para conseguir grandes logros en otros lugares, en el mercado de valores conduce de manera prácticamente segura al desastre.
En el pasado hemos realizado una distinción básica entre los dos tipos de inversores a los que se dirigía este libro: el «defensivo» y el «emprendedor».
El inversor defensivo (o pasivo) es el que centra principalmente su atención en evitar errores o pérdidas serias. Su segundo objetivo consistirá en no tener que realizar grandes esfuerzos o trámites y en quedar eximido de la necesidad de adoptar decisiones frecuentes.
El rasgo determinante del inversor emprendedor (o activo, o dinámico) es su deseo de dedicar tiempo y esfuerzo a la selección de un conjunto de valores que resulten a la vez sensatos, sólidos y más atractivos que la media. A lo largo de muchas décadas un inversor emprendedor de este tipo podría esperar que sus esfuerzos y capacidades adicionales le reportasen una recompensa satisfactoria, en forma de un promedio mejor que el obtenido por el inversor pasivo.
...
Para dejar clara esta cuestión desde el principio, permítanos introducir aquí un párrafo que incorporamos por primera vez en la edición de 1949 de este libro:
Un inversor de ese tipo podría, por ejemplo, ser comprador de acciones de transporte aéreo porque considerase que su futuro es aún más brillante que la tendencia que ya está reflejada en el mercado en la actualidad. Para este tipo de inversor el valor de nuestro libro radicará más en las advertencias contra las trampas ocultas en su método de inversión favorito que en cualquier técnica positiva que le pueda ser de utilidad práctica a lo largo del camino que ha elegido
Esas trampas han resultado ser especialmente peligrosas en el sector mencionado. Por supuesto, era fácil prever que el volumen de tráfico aéreo crecería espectacularmente a lo largo de los años. A causa de este factor las acciones de este sector se convirtieron en una de las opciones favoritas de los fondos de inversión. No obstante, a pesar de la ampliación de los ingresos, a un ritmo incluso superior al del sector informático, la combinación de problemas tecnológicos y la excesiva ampliación de la capacidad provocó fluctuaciones en las cifras de beneficio que incluso en algunos momentos fueron desastrosas.
Las modas son peligrosas ...pueden dar ganancias momentáneas...en corto tiempo...
La clave es DIVERSIFICAR
.
De estos dos ejemplos generales se pueden extraer dos lecciones para nuestros lectores:
1. Las perspectivas evidentes de crecimiento físico de un sector no se traducen en beneficios evidentes para los inversionistas.
2. Los expertos no disponen de formas fiables de elegir y concentrar sus inversiones en las empresas más prometedoras de los sectores más prometedores.
.
Hablaremos bastante sobre la psicología de los inversores, porque indiscutiblemente el principal problema del inversor, e incluso su principal enemigo, es muy probable que sea él mismo. («La culpa, querido inversor, no está en nuestras estrellas, y no está en nuestras acciones, sino en nosotros mismos...»)
..
Adicionalmente, tenemos la esperanza de implantar en el lector la tendencia a medir o cuantificar. Respecto de 99 de cada 100 emisiones podríamos decir que a un precio determinado son suficientemente baratas para comprarlas, y a otro precio determinado serían tan costosas que deberían ser vendidas. El hábito de relacionar lo que se paga con lo que se ofrece es un rasgo valiosísimo a la hora de invertir.
..
Llamativamente, sugeriremos que uno de nuestros requisitos esenciales en este terreno es que nuestros lectores se limiten a emisiones que se vendan no muy por encima del valor de sus activos materiales.* El motivo de este consejo aparentemente desfasado es de naturaleza práctica y psicológica al mismo tiempo. La experiencia nos ha demostrado que aunque hay numerosas empresas con un buen crecimiento que valen varias veces lo que el valor de sus activos, el comprador de tales acciones acaba quedando excesivamente expuesto a los caprichos y fluctuaciones del mercado de valores. Por el contrario, el inversor que destina sus fondos a acciones de, por ejemplo, empresas concesionarias de servicios y suministros públicos cuya cotización implica que es posible comprar estas empresas prácticamente por el valor de su activo neto siempre puede considerarse propietario de una participación en unas empresas sólidas y en expansión, adquiridas a un precio racional, con independencia de lo que el mercado de valores pueda decir en sentido contrario
.
Dado que cualquier persona puede igualar los resultados medios del mercado, limitándose a comprar y conservar una cesta representativa de las cotizaciones, podría parecer comparativamente sencillo mejorar la media; sin embargo, es un hecho que la proporción de personas inteligentes que tratan de lograr ese resultado y que fracasan es sorprendentemente grande
.
A la hora de escribir este libro hemos tratado de tener presente esta trampa básica de la inversión. Se han destacado las virtudes de una política de cartera sencilla, la adquisición de obligaciones de gran categoría en combinación con una cartera diversificada de las principales acciones ordinarias, que cualquier inversor puede poner en práctica con escasa colaboración de expertos.
Comentario a la introducción
Hay que tener en cuenta que Graham anuncia desde el principio que este libro no va a explicarle cómo puede ganar al mercado. Ningún libro digno de confianza puede hacer eso
.
En los años de crecimiento de finales de la década de 1990, cuando los valores tecnológicos parecían duplicar su cotización todos los días, la noción de que se podía perder prácticamente todo el dinero invertido parecía absurda; sin embargo, a finales del año 2002, muchas de las empresas punto com y de telecomunicaciones habían perdido el 95% de su valor o más. Después de perder el 95% del dinero, es necesario ganar un 1.900% simplemente para volver al punto de partida. La asunción de riesgos alocados puede colocarle en una situación tan desesperada que le resulte prácticamente imposible recuperarse. Ése es el motivo de que Graham insista constantemente en la importancia de evitar las pérdidas, y no sólo lo hace en los capítulos 6, 14 y 20, sino en los hilos de advertencia con los que ha entretejido todo el texto.
Por mucho cuidado que se tenga, el precio de las inversiones descenderá de vez en cuando. Aunque nadie puede eliminar ese riesgo, Graham le mostrará cómo puede gestionarlo, y cómo puede controlar sus temores.
¿Es usted un inversor inteligente?
Hay pruebas de que un elevado coeficiente intelectual y una gran formación académica no son suficientes para conseguir que un inversor sea inteligente. En 1998, Long-Term Capital Management L.P., un fondo de inversión de gestión alternativa dirigido por un batallón de matemáticos, informáticos y dos economistas ganadores del Nobel, perdieron más de 2.000 millones de dólares en cuestión de semanas, al apostar una enorme cantidad a que el mercado de bonos volvería a una situación «normal». Sin embargo el mercado de bonos siguió empeñado en que su situación fuese cada vez más «anormal», y LTCM se había endeudado hasta un nivel tal que su quiebra estuvo a punto de hundir el sistema financiero mundial
En la primavera de 1720, Sir Isaac Newton tenía acciones de la Sociedad del Mar del Sur, la acción más apreciada de Inglaterra. Con la impresión de que el mercado se estaba descontrolando, el gran físico comentó que «podía calcular los movimientos de los cuerpos celestiales, pero no la locura de la gente». Newton se desprendió de sus acciones de la Sociedad del Mar del Sur, embolsándose un beneficio del 100% que ascendió a 7.000 libras. Sin embargo, meses después, dejándose llevar por el exuberante entusiasmo del mercado, Newton volvió a tomar una participación en la Sociedad a un precio muy superior, y perdió más de 20.000 libras (o más de tres millones de dólares en dinero actual). Durante el resto de su vida prohibió que nadie pronunciase las palabras «Mar del Sur» en su presencia. Sir Isaac Newton fue uno de los hombres más inteligentes que han vivido, empleando el concepto de inteligencia que más habitualmente utilizamos. Sin embargo, según los términos de Graham, Newton distaba mucho de ser un inversor inteligente. Al dejar que el rugido de la multitud se impusiese a su propio juicio, el mayor científico del mundo actuó como un tonto.
En pocas palabras, si hasta el momento sus inversiones han fracasado, no es porque sea usted estúpido. Es porque, al igual que Sir Isaac Newton, no ha adquirido la disciplina emocional que es imprescindible para tener éxito en la inversión. En el capítulo 8 Graham explica de qué manera se puede mejorar la inteligencia utilizando y controlando las emociones y negándose a rebajarse hasta el nivel de irracionalidad del mercado. En ese capítulo podrá aprender la lección de que ser un inversor inteligente es más una cuestión de «carácter» que de «cerebro».
Crónica de una calamidad
..
8. Un mercado de valores que, incluso después de su sangrante descenso, parece sobrevalorado a juzgar por medidas históricas, y que sugiere a muchos expertos que las acciones tienen todavía más recorrido a la baja.
.
En palabras del propio Graham, «aunque el entusiasmo puede ser necesario para los grandes logros en otros ámbitos, en Wall Street conduce de manera prácticamente invariable al desastre».
,
Se han desentendido de la advertencia de Graham de que «las pérdidas realmente horrorosas» siempre se producen después de que «el comprador se olvidase de preguntar cuánto costaba».
El pelotazo que acabó fallando el blanco
Todos estos presuntos expertos se desentendieron de las sensatas palabras de advertencia de Graham: «Las perspectivas evidentes de crecimiento físico de una empresa no se traducen en beneficios evidentes para los inversores». Aunque parece sencillo predecir qué sector va a crecer más deprisa, esa capacidad de previsión no tiene valor real si la mayor parte de los demás inversores ya prevén lo mismo. Para el momento en el que todo el mundo decide que una industria concreta es «evidentemente» la mejor para invertir, las cotizaciones de las acciones de las empresas de ese sector
habrán ascendido tanto que su rentabilidad futura no podrá evolucionar salvo a la baja.
El resquicio de esperanza.
Si en la década de 1990 ningún precio parecía demasiado elevado para las acciones, en 2003 hemos llegado a un punto en el que ningún precio parece ser suficientemente bajo. El péndulo ha oscilado, como Graham sabía que siempre hace, desde la exuberancia irracional hasta el pesimismo injustificable. En 2002 los inversionistas sacaron 27.000 millones de dólares de los fondos de inversión, y un estudio realizado por la Securities Industry Association descubrió que uno de cada 10 inversionistas había reducido por lo menos un 25% su cartera de acciones. Las mismas personas que estaban dispuestas a comprar acciones a finales de la década de 1990, cuando su cotización ascendía y, por lo tanto, eran muy caras, vendían acciones a medida que su cotización se reducía y, por lo tanto, eran baratas.
Como Graham muestra con gran brillantez en el capítulo 8, esto es exactamente lo contrario de lo que hay que hacer. El inversor inteligente se da cuenta de que las acciones cada vez son más arriesgadas, no menos arriesgadas, a medida que su cotización aumenta, y menos arriesgadas, y no más, a medida que sus cotizaciones descienden.
Toda ésta introducción cumple con su tarea de ser una abrebocas del libro.
*Una acción vale por lo que vale realmente la empresa, no por lo que el mercado este diciendo en ese momento
*Dado que sí o sí, el mercado va a descender, es esencial tener una DIVERSIFICACIÓN : el viejo adagio de NUNCA poner todos los huevo en una misma canasta
*Parece algo lógico, pero hace parte del menos común de los sentidos. el común: NO se compran acciones en subidas, caras; para luego venderlas en bajada: baratas. que es lo que quiere generalmente el mercado. SE DEBE ACTUAR AL REVES.
Capítulo 1
Inversión en contraposición a especulación:
Resultados que puede esperar el inversor inteligente
Inversión en contraposición a especulación
Ya en 1934, en nuestro libro de texto Security Analysis,1 tratamos
de formular con precisión la diferencia que existe entre los dos, de la
siguiente manera: «Una operación de inversión es aquella que, después de realizar un
análisis exhaustivo, promete la seguridad del principal y un adecuado
rendimiento. Las
operaciones que no satisfacen estos requisitos son especulativas».
las acciones ordinarias se consideraban, de manera generalizada,
especulativas por su propia naturaleza. (Una importante autoridad declaró, sin
matizaciones, que únicamente las obligaciones podían ser comparadas con
objetivos de inversión)
Piense
en la definición de inversión que hemos propuesto anteriormente, y compárela
con la venta de unas cuantas acciones por parte de un miembro inexperto del
público, que ni siquiera es propietario de lo que está vendiendo, y que tiene
una convicción, que
en
gran medida es puramente emocional, de que va a poder recomprarlas a un precio
muy inferior (…) En un sentido más general, la expresión utilizada en el
segundo caso de «inversores
imprudentes» podría ser considerada como una contradicción en los términos
digna de carcajada, algo así como «avaros manirrotos», si esta
utilización improcedente de las palabras no fuese tan nociva.
Es
decir, NINGUN, inversor, para llamarse así, deja de ser PRUDENTE
La
distinción entre inversión y especulación con acciones ordinarias siempre ha
sido útil, y el hecho de que esa distinción esté desapareciendo es un motivo de
preocupación. Frecuentemente
hemos
afirmado que Wall Street, como institución, haría bien si recuperara esa
distinción y si la expusiese explícitamente en sus relaciones con el público.
De lo contrario, las bolsas de valores
podrían
ser acusadas algún día de ser las causantes de las pérdidas extraordinariamente
especulativas, con el argumento de que quienes las habían sufrido no fueron
suficientemente advertidos contra ellas
Hay especulación inteligente, de la misma manera que hay inversión
inteligente. No obstante, hay muchas formas de conseguir que la
especulación no sea
inteligente. De entre ellas las más destacadas son: (1) especular en la
errónea creencia de que lo que se está haciendo en realidad es invertir;
(2) especular de manera seria en vez de hacerlo como mero
pasatiempo, si se carece de los adecuados conocimientos y capacidades para
hacerlo; y
(3) arriesgar en
operaciones especulativas más dinero del que se puede permitir perder.
De acuerdo con nuestra concepción conservadora, todos los no
profesionales que operen a
margen deberían
reconocer que están especulando ipso facto, y es
obligación de su corredor advertirles de que lo están haciendo (…) La
especulación siempre es fascinante, y
puede
ser muy divertida siempre y cuando sus resultados sean favorables. Si quiere probar suerte,
·
separe una porción, cuanto más
pequeña mejor, de su patrimonio, colóquela en una cuenta separada y destínela a
este fin.
·
No añada nunca más dinero a esta
cuenta simplemente porque el mercado ha evolucionado al alza y los beneficios
son copiosos. (En realidad, ése será, precisamente, el momento de empezar a
pensar en la posibilidad de retirar
dinero del fondo especulativo).
·
No mezcle nunca sus operaciones
especulativas y sus operaciones de inversión en la misma cuenta, ni en ninguna
parte de su proceso de reflexión.
Resultados que puede esperar el inversor defensivo
1. Qué dijimos hace seis años (1965,64)
Recomendamos
que el inversor dividiese su cartera entre obligaciones de primera categoría y
acciones ordinarias de primer orden; que la proporción destinada a obligaciones
nunca fuese inferior al 25% ni superior al 75% (…) Como política alternativa
podría optar por
reducir el
componente de acciones al 25% «si tenía la impresión de que el mercado había
alcanzado un nivel peligrosamente elevado» y, por el contrario, que podía incrementarla hacia el máximo del 75% «si
tenía la impresión de que el declive en la cotización de las acciones estaba
haciendo que éstas fuesen cada vez más atractivas».
Esto
es algo que se repetirá a lo largo del texto:
Se
debe VENDER cuando las acciones están “elevadas” …
y se debe COMPRAR cuando su precio es “atractivo”
….
NO
al revés.
Pocas
personas estaban dispuestas a considerar seriamente la posibilidad de que ese elevado tipo de revalorización
en el pasado significase realmente que la cotización de las acciones estaba «en
un nivel demasiado elevado
en la actualidad» y, por lo tanto, que «los maravillosos resultados obtenidos desde 1949 no fuesen un augurio de
muy buenos resultados, sino por el contrario de malos resultados, para el
futuro»
2. Qué ha ocurrido desde 1964
innumerable
serie de experiencias que se han producido a lo largo del
tiempo
y que han demostrado que el futuro de los precios de los valores nunca puede
darse por sabido por adelantado.
3. Expectativas y política a finales de 1971 y
principios de 1972
después
de esta abreviada exposición de las principales consideraciones, volveremos a
enunciar la misma política de compromiso básico para los inversores defensivos:
es decir, que
en todo momento tengan una parte
sustancial de sus fondos en carteras de tipo obligación y una parte
significativa también en acciones. Sigue
siendo cierto que pueden optar entre mantener un reparto sencillo a partes
iguales entre los dos componentes o una proporción diferente en función de su
valoración, que varíe entre el mínimo del 25% y el máximo del 75% de cualquiera
de las dos.
La principal cuestión que se quiere
destacar es que los resultados generales del inversor defensivo no serán, con
toda probabilidad, radicalmente diferentes de una lista diversificada
representativa a otra
o, por
decirlo más exactamente, que ni dicho inversor ni sus asesores serán capaces de
predecir con certeza cuáles son las diferencias que acabarán produciéndose en
la práctica en última instancia (…) somos escépticos
respecto a la capacidad que tengan en general los
inversores defensivos de conseguir resultados mejores que la
media, lo que, si nos paramos a reflexionar, supondría en realidad tener que
superar sus propios rendimientos generales (Nuestro escepticismo se hace
extensivo a la gestión de los grandes fondos por parte de expertos).
La insistencia en DIVERSIFICAR
Repetiremos aquí, sin disculparnos por ello, porque se trata de
una advertencia en la que nunca se insiste lo suficiente, que el inversor no
puede tener esperanzas de conseguir resultados mejores que la media mediante la
adquisición de nuevas ofertas, o de acciones recalentadas» de cualquier tipo,
expresiones con las que nos referimos a aquellas que están recomendadas para conseguir un rápido beneficio. En realidad es casi
absolutamente seguro que a la larga ocurrirá exactamente lo
contrario.
El inversor defensivo
debe limitarse a las acciones de empresas importantes que tengan un prolongado
historial de explotación rentable y que se encuentren en una sólida situación
financiera. (Cualquier analista de
valores que se merezca su salario será capaz de elaborar una lista con tales
empresas). Los
inversores agresivos pueden adquirir otros tipos de acciones, pero tales
acciones deberían cotizar en condiciones definitivamente atractivas, tal y como
quedan establecidas después de un análisis inteligente.
Es
decir, primero NO compre acciones “de moda”,
sólo
acciones que han demostrado su solidez;
segundo
si quiere comprar acciones de riesgo, o de moda, hágalo,
pero
cuando estén “atractivas” (Baratas).
[Generalmente
los especuladores hacen lo contrario]
Para
concluir esta sección, permítasenos mencionar brevemente tres conceptos
complementarios o prácticas que puede seguir el inversor defensivo.
La
primera es la adquisición de acciones de fondos de inversión bien establecidos como alternativa a la
creación de su propia
cartera de acciones.
También
podría recurrir a uno de los «fondos de inversión común», o «fondos combinados»
(…)
El
tercer concepto es el método de «promediar el coste en unidades
monetarias»,
que significa simplemente que quien emplea este método invierte en acciones el mismo número de unidades
monetarias cada mes o cada trimestre. De esta forma adquiere más
acciones
cuando
el mercado está en un punto bajo que las que adquiere cuando está en un punto
elevado, y lo más probable es que a la larga obtenga un precio general
satisfactorio para toda su cartera.
En términos
estrictos, este método es una aplicación de un método más general conocido como
«inversión mediante
fórmula». Este
segundo concepto ya ha sido mencionado cuando sugerimos que el inversor puede
modificar sus carteras de acciones entre un mínimo del 25% y el máximo del 75%,
en relación inversa a la evolución del mercado. (Si desea más consejos sobre «los fondos de inversión
bien asentados», véase el capítulo 9. La «administración profesional» por parte
de «una firma de asesoramiento de inversión reconocida» se explica en el capítulo 10. La técnica de «promedio de coste en unidades
monetarias» se explica en el capítulo 5.)
Son
dos métodos refinados.
Ligados,
también, a la posibilidad o no de inversión.
Para
el autor de éste resumen,
parece
más interesante el de “inversión mediante formula”
Resultados que puede esperar el inversor agresivo
En
primer lugar analizaremos varios de los comportamientos que los inversores especuladores han
seguido generalmente para obtener resultados mejores que la media. Entre ellos
están los siguientes:
1. Operar siguiendo al mercado.
Esto supone por lo general comprar
acciones cuando el mercado evoluciona al alza y venderlas después de que haya alcanzado
el punto de inflexión y esté evolucionando a la baja. Las acciones
elegidas estarán, con toda probabilidad entre las que se hayan estado
«comportando» mejor que la media del mercado (…)
2. Selectividad a corto plazo.
Esto significa comprar acciones de empresas que declaran, o que está previsto
que declaren, un aumento de beneficios, o de empresas respecto de las cuales se
prevé algún otro tipo de acontecimiento favorable.
3. Selectividad a largo plazo.
En este terreno normalmente se hace hincapié en los excelentes resultados de
crecimiento en el pasado, que se considera probable que se mantengan en el
futuro.
Hemos
excluido la primera técnica, tanto por motivos teóricos como por motivos
realistas, del campo de la inversión. Hacer operaciones siguiendo al mercado
no es un método «que, tras un análisis exhaustivo, ofrezca seguridad del
principal y un rendimiento satisfactorio».(Ampliado en el Capítulo 8)
En 1949 pudimos presentar un estudio de las fluctuaciones del
mercado de valores durante los 75 años anteriores que ratificaba una fórmula,
basada en los beneficios y en los tipos de interés vigentes, para
determinar un nivel para comprar el DJIA por debajo de su valor «central» o
«intrínseco», y para vender por encima de dicho valor. Era
una aplicación de la máxima que regía el comportamiento de los Rothschild: «Comprar barato y
vender caro”. Además, tenía la ventaja de funcionar directamente en
contra de la máxima asentada y
perniciosa del mercado de valores de que las acciones debían
comprarse porque habían evolucionado al alza y venderse porque habían
evolucionado a la baja. Por
desgracia, después de 1949, esta
fórmula dejó de funcionar.
Estaba
claro que esas acciones se
vendían a un precio muy inferior al valor que tendría la empresa como entidad
no cotizada. Ningún propietario ni accionista mayoritario pensaría en
vender sus propiedades por una cifra tan ridículamente reducida. Sorprendentemente, tales
anomalías no eran difíciles de
encontrar. En 1957 se publicó una lista que
mostraba prácticamente 200 emisiones de este tipo que estaban disponibles en el
mercado (…) No obstante, con los precios mínimos de 1970 volvieron a aparecer
un número considerable de estos títulos que cotizaban «por debajo del capital circulante» y a
pesar de la fuerte recuperación del mercado, seguía habiendo bastantes de ellos
al
final
del ejercicio como para constituir una cartera íntegra.
Comentario al capítulo 1
¿Por qué cree que los
corredores del parquet de la Bolsa de Nueva York siempre prorrumpen en vítores
cuando suena la campana al cierre de la jornada, con independencia del
comportamiento que haya tenido ese día el mercado? Porque siempre que usted hace operaciones, ellos ganan dinero, lo gane
usted o no. Al especular
en vez de invertir, usted reduce las probabilidades de incrementar su propio
patrimonio, y aumenta las de incrementar el patrimonio de algún otro.
El inversor calcula lo que vale una
acción, atendiendo al valor de sus negocios. El especulador apuesta que una acción
subirá de precio porque alguna otra persona estará dispuesta a pagar más por
ella. (…) Para el inversor, lo que Graham denominaba
valores
«de
cotización» importan mucho menos. Graham le apremia a invertir únicamente si se sentiría cómodo siendo
propietario de una acción, aunque no tuviese
ninguna forma de conocer su cotización
diaria. Como aconsejaba Graham en una entrevista, «Pregúntese a sí mismo: ¿Si no existiese un mercado para estas acciones, estaría dispuesto a hacer una inversión en esta empresa en estas condiciones?». (Forbes, 1 de enero de 1972, p. 90).
Inseguro
a alta velocidad
El
videojuego financiero
Oscar
Wilde comentó jocosamente que un cínico «sabe el precio de todo y no sabe el
valor de nada». Según esa afirmación, el mercado de valores es un cínico
redomado, pero a finales de 1990, el mercado habría dejado sin palabras al
propio Wilde. Una mera opinión
torpemente expresada sobre el precio que tal vez pudiera llegar a alcanzar una
acción podía ser la causa de que esa acción llegase
a duplicar su cotización, sin que nadie se
hubiese molestado en examinar, aunque fuese por encima, su valor.
De fórmula a fracaso
De
todas formas, hacer operaciones como alma que lleva el diablo no es la única
forma de especulación. Durante la última década, más o menos, se promocionaba
una fórmula especulativa tras
otra,
y después, cuando esa fórmula alcanzaba popularidad, era arrojada la basura.
Aprovecharse del calendario
(resumen propio) si los inversores cargaban su cartera
con acciones de pequeñas empresas en la segunda mitad de diciembre y las
mantenían durante enero, podían superar los resultados del mercado en un cinco
o diez por ciento. En resumen, las acciones de pequeñas empresas se volvían
oportunidades momentáneas debido a estos factores. El efecto de enero es un
fenómeno bursátil que se caracteriza por una subida anormalmente elevada de las
cotizaciones en los primeros días de enero, en contraste con las bajadas que
ocurren en los últimos días de diciembre del año anterior. Este patrón,
conocido como una de las “Anomalías de Calendario”, tiende a afectar
principalmente a empresas de menor tamaño cuyas acciones son más volátiles.
Es
una advertencia
sobre la evolución de los precios en diciembre,
enero de las acciones, EMPERO,
creo que hoy se podría mirar con los
INDICES---
precisamente,
de empresas de menor tamaño.
Limitarse a hacer «lo que funciona
Aplicar el método «Las cuatro alocadas»
¿Cómo es posible que una cartera
compuesta por únicamente cuatro acciones esté suficientemente diversificada
para ofrecer «seguridad del principal»?
Todo
esto refuerza la advertencia de Graham de que hay que dar a la especulación el
mismo tratamiento que los jugadores veteranos dan a sus visitas al casino:
— Nunca debe engañarse, creyendo que está
invirtiendo cuando en realidad está especulando.
— La
especulación se hace mortalmente peligrosa en el momento en el que uno empieza
a tomársela en serio.
—
Debe poner límites estrictos a la cantidad que está dispuesto a apostar.
Capítulo 2
El inversor y la inflación
-NO LEIDO, se leyeron los comentarios. Un resumen:
Comentario al capítulo 2
Algo clave:
la inflación que se vive en países latinoamericanos, en general es muy SUPERIOR
a la que se vive en EEUU
La ilusión del dinero
denominan la «ilusión del dinero». Si consigue un incremento
salarial del 2% un año en el que la inflación llega al 4%, es prácticamente
seguro que se sentirá mejor que si sufriese un recorte salarial del 2% durante
un año en el cual la inflación fuera igual a cero.
Media
protección
Dos
acrónimos al rescate
( Recomienda refugiarse en) REIT.
Los Real Estate Investment Trusts son entidades que son propietarias de
inmuebles de
naturaleza residencial y comercial, y se dedican a su explotación a través del alquiler.(…) TIPS. Los TIPS, o Treasury Inflation Protected Securities (Valores del Tesoro Protegidos frente a la Inflación) son obligaciones de la Administración estadounidense, emitidas por primera vez en 1997, que aumentan automáticamente de valor cuando sube la inflación.
Capítulo 3
Un siglo de historia del mercado de valores: El
nivel de cotización de las acciones a principios de 1972
-NO LEIDO, se leyeron los comentarios. Un resumen:
Comentario al capítulo 3
Pamplinas
alcistas
Cuando
Graham preguntaba: «¿Puede esta despreocupación quedar sin castigo?», era
consciente de que la respuesta eterna a esa pregunta es no. Como un dios griego
lleno de ira, el mercado de valores destrozó a todos los que habían
llegado a creer que los elevados rendimientos de finales de la década de 1990
eran una especie de derecho divino.
Supervivencia de los mejor cebados: que
se conoce técnicamente como «predisposición de supervivencia». Por lo tanto,
estos índices sobrevaloran exageradísimamente los resultados obtenidos por los
inversores de la vida real que
carecieron de las perfectas dotes adivinatorias para saber exactamente cuáles
eran las siete empresas de las cuales había que comprar
acciones.
Más dura será la caída
Como antídoto duradero a este tipo de pamplinas alcistas, Graham anima
al inversor inteligente a plantearse algunas preguntas simples, de carácter
escéptico.
·
¿Por qué tienen que ser los rendimientos futuros de las
acciones siempre los mismos que los rendimientos que se han obtenido en el
pasado?
·
Cuando todos los
inversores aceptan la teoría de que las acciones son una forma garantizada de
ganar dinero a largo plazo, ¿no
acabará el mercado con unos precios exageradamenteelevados?
·
Cuando eso ocurra, ¿cómo va a ser posible que la
rentabilidad futura sea elevada?
A
finales de la década de 1990, la inflación estaba desapareciendo, los
beneficios empresariales parecían estar floreciendo y la mayor parte del mundo
estaba en paz. Eso no significaba, ni nunca significaría, que fuese interesante
comprar acciones a cualquier precio. Como los beneficios que
pueden generar las empresas son finitos, el precio que los inversores deberían
estar dispuestos a pagar por las acciones también deben ser finitos.
Los límites del optimismo
Aunque
todos los inversores saben que se supone que tienen que comprar barato y vender
caro, en la práctica suelen acabar haciendo lo contrario. La advertencia que
hace Graham en este capítulo
es muy
sencilla: «Atendiendo a la regla de los contrastes», cuanto más se entusiasman los inversores con el mercado
de valores a largo plazo, más seguro es que se van a acabar equivocando a corto
plazo.
¿Y ahora qué?
El rendimiento del mercado de valores depende de tres
factores:
— Crecimiento real (el incremento de las ganancias y
dividendos de las empresas).
— Crecimiento inflacionario (el aumento general de los precios
en toda la economía).
— Crecimiento (o decrecimiento) especulativo (cualquier
aumento o reducción del apetito de acciones del público inversionista).
Capítulo 4
Política de cartera general: El inversor defensivo
-NO LEIDO, se leyeron los comentarios. Un resumen: https://edudinerodotcom.wordpress.com/2022/01/06/resumen-capitulo-4-el-inversor-inteligente-por-benjamin-graham/
Comentario al capítulo 4
Hay
dos formas de ser un inversor inteligente:
—
Investigando, seleccionando y supervisando continuamente una combinación dinámica de
acciones, obligaciones o fondos de inversión.
—
Creando una cartera permanente que funcione con el piloto automático y que no
requiera más esfuerzo (aunque genere muy poca emoción).
Si
usted tiene tiempo disponible, es muy competitivo, piensa como los aficionados
a los deportes y disfruta de los desafíos intelectuales complejos, el método
activo es para usted.
Si
siempre está agobiado, desea sencillez y no le gusta pensar en el dinero, lo
suyo es el método pasivo.
(Algunas
personas se sienten más cómodas combinando los dos métodos; creando una cartera
que es principalmente activa y pasiva en parte, o viceversa).
¿Se atreverá o se atragantará?
En vez
de comprar y conservar sus acciones, muchas personas acaban comprando a precios elevados,
vendiendo a precios bajos y no teniendo entre las manos nada salvo su
propia cabeza.
Ésta es una regla en la que insiste, persiste, y nunca desiste
Graham: la torpeza de comprar/elevado vender/bajo
Como son muy pocos los inversores que
tienen la fortaleza para aferrarse a las acciones en un mercado en descenso, Graham
insiste en que todo el mundo debe tener un mínimo del 25% en obligaciones.
Ese colchón, afirma, le dará el coraje para conservar el resto de su dinero en
acciones, incluso en un momento en el que las acciones estén obteniendo unos
resultados desoladores.
NOTA:
·
Las obligaciones en bolsa se consideran
un instrumento de renta
fija, debido a que hay un monto exacto a pagar en una fecha delimitada.
·
son instrumentos financieros que permiten a
quien las compre recibir, al término del período acordado con la entidad
emisora, el reembolso del capital
invertido más intereses. Por este motivo, se conocen como títulos de
deuda.
·
La principal diferencia entre bonos y
obligaciones es el periodo de tiempo por el que se suscriben. Los bonos
establecen un plazo de vencimiento a corto y medio plazo, entre 2 y 5 años,
mientras que las obligaciones
son inversiones a largo plazo que pueden llegar a tener un vencimiento a
30 años.
Cuando
haya establecido estos objetivos porcentuales, cámbielos únicamente a medida
que varíen las circunstancias de su vida. No compre más acciones porque el
mercado de valores ha subido; no las venda porque ha bajado. La esencia del
método de Graham consiste en sustituir las impresiones y las corazonadas por
disciplina. Afortunadamente, mediante la estructuración de su plan de ahorro
para la jubilación resulta fácil poner su cartera de inversión en piloto
automático permanente.
Supongamos que
se siente cómodo con un nivel de riesgo relativamente elevado, por ejemplo el 70% de su
patrimonio en acciones y el 30% en obligaciones. Si la cotización de las acciones en el mercado
en general aumenta
el 25% (y las obligaciones se mantienen niveladas),pasará a tener poco menos
del 75% en acciones y solamente el 25% en obligaciones. Visite el sitio web de su plan de ahorro para la jubilación (o
llame a su número de teléfono gratuito) y venda una cantidad suficiente de sus fondos en
acciones para volver a
equilibrar la cartera en la proporción que se ha marcado como objetivo de 70-30.
La
clave consiste en realizar
estas operaciones de reequilibrio de acuerdo con un plan previsible y paciente:
sin realizarlo con tanta
frecuencia que acabe volviéndose loco, ni tan infrecuentemente que sus objetivos estén
constantemente desbaratados. Le recomendamos que lo haga cada seis
meses, ni más ni menos, en fechas fáciles de recordar como el año nuevo y el 30
de junio.
Los detalles de la inversión en renta fija
El dinero en efectivo no es malo
Opciones al margen de la Administración pública
Capítulo 5
El inversor defensivo y las acciones ordinarias
-NO LEIDO, se leyeron
los comentarios. Un resumen: https://coggle.it/diagram/YYQxPjwHOoiNzNRt/t/el-inversor-inteligente-benjamin-graham-cap%C3%ADtulo-5
Comentario al capítulo 5
La mejor defensa es un buen ataque
¿Debe
comprar lo que conoce?
En
primer lugar examinemos una cosa de la que el inversor defensivo siempre se
tiene que proteger: la creencia de que se pueden elegir acciones sin hacer
ningún tipo de trabajo de preparación. En la década de 1980 y principios de la
década de 1990, uno de los eslóganes de
inversión
más populares era «compra
lo que conoces». Peter Lynch, que dirigió Fidelity Magellan de 1977
hasta 1990, período en el que consiguió el mejor historial obtenido nunca por
un fondo de
inversión,
fue el defensor más carismático de esa propuesta. Lynch afirmaba que los
inversores aficionados tenían una ventaja que los inversores profesionales
habían olvidado cómo utilizar: «El
poder del conocimiento
ordinario».
Si se
descubre un gran restaurante nuevo, un buen coche, una
pasta
de dientes o unos vaqueros, o si se da cuenta de que en el aparcamiento de una
empresa cercana siempre hay automóviles, o que en la sede central de una
empresa se sigue trabajando a altas horas de
la
madrugada, se tendrá una
percepción personal sobre esas acciones que el analista profesional o el
gestor de cartera nunca podría percibir. En palabras de Lynch, «a lo largo de toda una vida de comprar coches o cámaras se adquiere
un sentido para determinar lo que es bueno y lo que es malo, lo que se vende y
lo que no se vende ... y lo más importante es que usted lo sabe antes de que lo
sepa Wall Street»
Peter Lynch con
John Rothchild, One Up on
Wall Street (Penguin, 1989),
pág. 23. (RESUMEN EN ÉSTE MISMO BLOG)
La
regla de Lynch, «puede conseguir mejores resultados que los expertos si utiliza
su ventaja invirtiendo en empresas o sectores que ya conozca», no es
absolutamente desacertada, y miles de inversores se han beneficiado con su
puesta en práctica a lo largo de los años. No obstante, la regla de Lynch
únicamente puede funcionar si también respeta su corolario: «Encontrar una empresa
prometedora es sólo la primera parte. A continuación hay que hacer la
investigación». En su
beneficio,
hay que destacar que Lynch insiste en que nadie debería invertir nunca en una
empresa, por fantásticos que sean sus productos o por saturado que esté su
aparcamiento, sin estudiar
sus estados
financieros y sin estimar el valor de
su actividad. Por desgracia, la mayor parte de los
compradores de acciones no han hecho ningún caso a esa parte de su
recomendación.
La
familiaridad genera complacencia. En los reportajes informativos de la televisión,
¿no es siempre el vecino, o uno de los mejores amigos o el padre del
delincuente el que dice con una voz de incredulidad «era una persona muy agradable»?
Eso se debe a que siempre que
estamos demasiado cerca de una persona o de una cosa, damos por ciertas
nuestras creencias, en
lugar de cuestionarlas como hacemos cuando guardan relación con algo que nos
resulta más distante.
¿Se las puede apañar solo?
Hágalo usted mismo
recordándole,
como si le diesen un pequeño golpecito en la nariz con un periódico enrollado,
que vender rápidamente es un pecado capital
de la inversión
no
invierta únicamente en una acción, ni siquiera en un reducido número de
acciones diferentes. Si no está dispuesto a repartir sus apuestas, no debería apostar en
absoluto. La indicación que daba Graham que
recomendaba poseer
acciones de entre 10 y 30 empresas
sigue siendo un buen punto de partida para los inversores que deseen
seleccionar sus propias acciones, pero estos inversores además deben
asegurarse de que no están excesivamente expuestos a un único sector.
Es decir, mínimo 10
acciones (idealmente 30)
de DIFERENTES sectores
económicos…idea:
10 acciones, 5 sectores; 30
acciones,10 sectores
Si
después de configurar una cartera
de inversión en piloto automático online
de este estilo descubre que hace operaciones más de dos veces al
año, o que pasa más de una o dos horas al mes, en total, dedicándose a
sus inversiones, es que
algo ha ido espantosamente mal. No permita que la facilidad de uso y la
sensación de inmediatez de Internet le seduzcan y le hagan convertirse en un especulador.
Un inversor defensivo
participa, y gana, la carrera quedándose quieto
Aquí, reaparece una conversación clave:
usted debe decidir cuánto pone en una cartera de
inversión a mediano, largo plazo (Graham y su comentarista sugieren 75%) …
y ya, luego, es su decisión,
a qué ritmo se mueve
con el resto
Conseguir ayuda
Subcontrate. Los
fondos de inversión son la mejor manera de que el inversor defensivo aproveche
las ventajas de ser propietario de acciones sin los inconvenientes de tener que
velar por su propia cartera. Con un precio relativamente reducido, se puede
obtener un elevado nivel de diversificación y de comodidad, dejando que sea un
profesional el que elija y vigile las acciones en su nombre. En su versión más
brillante, es decir en las carteras indexadas, los fondos de inversión no
requieren
prácticamente ningún tipo de supervisión o mantenimiento. Los fondos
referenciados a un índice son una especie de inversión que tiene muy pocas
probabilidades de provocar cualquier tipo de
sufrimiento
o sorpresa, incluso aunque nos olvidásemos de ellos durante 20 años. Son el
sueño del inversor defensivo hecho realidad. Si desea información más
detallada, lea el capítulo 9.
Allanar el camino
En
esencia, ojos que no ven, corazón que no siente. La forma más adecuada de poner
en práctica la técnica del promedio de coste monetario consiste en crear una cartera de fondos
referenciados a índices, que posean todas las acciones u obligaciones que
merezca la pena tener. De esta manera, no sólo se renuncia al juego de
adivinación de la evolución que va a seguir el mercado, sino también a la tarea
de tratar de identificar qué sectores del mercado, y qué acciones u
obligaciones dentro de esos sectores, van a conseguir los mejores
resultados.
O sea, compre INDICES
(en alguna película de Hollywood explican así el
enriquecimiento o la “libertad financiera” de alguien, de igual manera algunos
de los ricos libres (nomadas)
dicen que ese es el camino:
ADQUIRIR INDICES… CON S.
Supongamos
que puede apartar 500 dólares al mes. Contratando tres tipos de fondos referenciados
a diferentes índices y aplicando la técnica del promedio de coste monetario,
destinando
·
300 dólares a un fondo que tenga la
totalidad del mercado de acciones estadounidenses,
·
100 dólares a otro fondo que tenga
acciones extranjeras y
·
100 dólares a un fondo que tenga
obligaciones de Estados Unidos,
se
garantiza que será propietario de prácticamente todas las inversiones del
planeta que merezca la pena tener
En el momento de escribir éste resumen, 2024;
(parte de la serie “Después de 20.000”)
la relación sería, tal vez (…),
de 250 en acciones de USA, 100 de Asia, 50 de
Europa y
100 de obligaciones…
¿por qué?,
porque el planeta avanza hacia ASIA…
(el comentario a Graham fue escrito hace MEDIO
SIGLO)
Según
Ibbotson Associates, la importante firma de investigación financiera, si hubiese invertido 12.000 dólares
(46.8 millones COP) en un índice referenciado al Standard &
Poor ’s 500 a principios de 1929, diez años después sólo le quedarían 7.223 dólares.
Es
decir, todo, de una vez…
No
obstante, si hubiese comenzado con unos escasos 100 dólares y
simplemente hubiese ido invirtiendo otros 100 dólares (776,7 MIL COP) todos los
meses, para agosto de 1939 su dinero habría alcanzado los 15.571 dólares.
O
sea, de manera PAULATINA…
Aunque no fue posible que
los inversores minoristas comprasen
el índice S & P 500 completo hasta 1976, el ejemplo demuestra, no
obstante, la eficacia de comprar
más acciones cuando la
cotización de las acciones evoluciona a la baja.
Lo
mejor de todo, es que después de haber creado una cartera en piloto automático permanente con fondos
de índices en su núcleo, podrá responder a todas las preguntas sobre el
mercado con la respuesta más contundente que un inversor defensivo puede
ofrecer: «Ni lo sé, ni me importa».
Si alguien
pregunta si las obligaciones
van a conseguir mejores resultados que las acciones, limítese a responder «ni lo sé, ni me
importa»; después de todo, está
comprando automáticamente las dos.
¿Tendrán
mejores resultados las acciones de las empresas de asistencia sanitaria que las acciones
de las empresas de
alta tecnología? «Ni lo sé, ni me importa». Es usted propietario permanente de ambas.
¿Cuál
será el próximo Microsoft? «Ni lo sé, ni me importa», siempre y cuando sea lo suficientemente
grande para pertenecer a la cartera, su fondo de índices lo tendrá, y usted aprovechará
los frutos.
¿Tendrán
mejores resultados las acciones extranjeras que las acciones de Estados Unidos?
«Ni lo sé, ni me importa»; si lo tienen, aprovechará el beneficio, si no lo
tienen, podrá comprar más a precios más bajos
Al
permitirle decir «ni lo sé, ni me importa», la cartera en piloto automático
permanente le libera de
la sensación de que tiene que predecir lo que están a punto de hacer los
mercados financieros, y de la ilusión de que todo el mundo puede
hacerlo. Ser consciente
de lo poco que se puede hacer respecto al futuro, en combinación con la
aceptación de la ignorancia, será el arma más poderosa que tenga a su alcance
el inversor defensivo.
Capítulo 6
Política de cartera para el inversor emprendedor: Método negativo
-NO LEIDO, se leyeron
los comentarios. Un resumen: https://www.mindomo.com/es/mindmap/el-inversor-inteligente-eaeb332a2ed1451ba3d3828beca794ca
Comentario al capítulo 6
¿La escoria de la tierra?
No
obstante, habría bastado
un vistazo de 30 segundos al folleto de las obligaciones de WorldCom para darse
cuenta de que estas obligaciones no tenían nada que ofrecer salvo su
rendimiento, y tenían todo que perder. En dos de los cinco años
anteriores, los resultados antes de impuestos de WorldCom (los beneficios
obtenidos por la empresa antes de pagar la cantidad adeudada a la Agencia
Tributaria) fueron insuficientes
para cubrir sus cargas fijas (el coste del pago de intereses a los
titulares de obligaciones) por la impresionante cifra de 4.100 millones de
dólares. WorldCom únicamente podía cubrir los pagos relacionados con esas
obligaciones endeudándose más con los bancos. Además, con esta nueva dosis
monstruosa de obligaciones, WorldCom estaba engordando sus costes por intereses
en otros 900
millones de dólares al
año.
La
cartera de inversión de vodka y burrito
Morir
como mueren los operadores
Como hemos visto en el capítulo 1, las operaciones intradía, en las
que las acciones se tienen en cartera durante períodos de pocas horas, son una
de las mejores armas que se han inventado para
cometer
el suicidio financiero.
Tal vez algunas de sus operaciones ganen dinero, la mayoría de ellas perderán
dinero, pero su intermediario
ganará con todas ellas.
Su
propia ansia por comprar o vender una acción acabará reduciendo los resultados
que obtenga. Una persona que está desesperada por comprar una acción puede
acabar ofreciendo 10 centavos
más que la cotización más reciente de la acción antes de que los
vendedores estén dispuestos a desprenderse de ésta. Ese coste adicional, llamado «impacto de mercado» nunca
aparece en su cuenta de corretaje, pero es real. Si está demasiado ansioso por comprar 1.000 acciones de
una empresa e impulsa su precio al alza sólo en 5 centavos, acaba de costarse
a usted mismo 50 dólares, que pueden ser invisibles, pero que son muy reales.
Por otra parte, cuando los inversores presas del pánico están frenéticos por
vender una acción y se desprenden de ella por un precio inferior a su más
reciente cotización, el impacto de mercado vuelve a golpear.
La
lección está clara: no haga lo que sea, quédese quieto. Ya va siendo hora de
que todo el mundo reconozca que el término «inversor
a largo plazo» es una redundancia. El inversor a largo plazo es
el único tipo de inversor que existe. Una persona que no puede quedarse con las acciones
durante más de unos cuantos meses cada vez está condenado a acabar como
vencido, no como vencedor.
No por mucho madrugar...
Los
profesores de finanzas Jay Ritter y William Schwert han demostrado que si usted
hubiese repartido un total de únicamente 1.000 dólares en todas las ofertas públicas iniciales
en enero de 1960, a su precio de oferta inicial, y las
hubiese
vendido a final de dicho mes,
y hubiese
vuelto a invertir de nuevo en cada
hornada de ofertas públicas iniciales de cada mes sucesivo, su cartera de
inversor habría tenido un
valor de más de 533.000 quintillones
Por
desgracia, por cada oferta pública inicial como la de Microsoft que resulta ser
un gran
éxito,
hay miles de fracasos. Los psicólogos Daniel Kahnerman y Amos Tversky han
demostrado que cuando los seres humanos calculan las probabilidades o la
frecuencia de un suceso, la valoración no se basa en la frecuencia con la que
realmente ocurrió el suceso, sino en lo notables que son los ejemplos ocurridos
en el pasado.
Todos
queremos comprar «el siguiente Microsoft», precisamente porque sabemos que no
compramos el primer Microsoft. Sin embargo, todos pasamos convenientemente por
alto el hecho de que la mayoría de las otras ofertas públicas iniciales fueron
inversiones horrorosas. Únicamente podría haber ganado esos 533.000
quintillones de dólares si
no hubiese pasado por alto nunca ni uno solo de esos raros triunfos del mercado
de las ofertas públicas iniciales, y eso prácticamente es algo imposible.
Por
último, la mayor parte de los altos rendimientos de las ofertas públicas
iniciales son obtenidos por miembros de un club privado exclusivo, los grandes
bancos de inversión y sociedades de inversión que consiguen las acciones al
precio inicial (o «de suscripción»), antes de que las acciones comiencen a
cotizar en público. Las mayores subidas suelen producirse con un número de
acciones tan reducido que ni siquiera los grandes inversores pueden conseguir
una acción; simplemente, no hay suficientes acciones en circulación.
Si, al
igual que prácticamente cualquier otro inversor, usted únicamente puede
conseguir acceso a las ofertas públicas iniciales después de que sus acciones se hayan disparado por el
precio exclusivo inicial, sus resultados serán espantosos. De 1980 a 2001, si hubiese
comprado las acciones de una oferta pública inicial típica a su primer precio
de cierre de cotización al público y las hubiese conservado durante tres años, habría tenido unos
resultados peores que el mercado en más de 23
puntos porcentuales al
año
Más
importante es el hecho de que adquirir las acciones en una oferta pública
inicial es mala Idea porque infringe flagrantemente una de las reglas más
importantes planteadas por Graham: con independencia del número de personas que quieran comprar una
acción, únicamente
se deben comprar acciones si esa compra ofrece una forma económica de llegar a
ser propietario de una empresa deseable. A
su precio máximo de su primer día de cotización, los inversores estaban valorando
las acciones de VA Linux por un total de 12.700 millones de dólares. ¿Cuál era
el valor de la empresa que había emitido las acciones? VA Linux tenía menos de
cinco años y había conseguido unas ventas acumuladas totales de 44 millones de
dólares de su software y
servicios, aunque había perdido 25 millones de dólares en el proceso. Los
resultados fiscales del último trimestre indicaban que VA Linux había
conseguido ventas por valor de 15 millones de dólares, aunque había incurrido en
pérdidas por valor de 10 millones de dólares para conseguir esas ventas. Esta
empresa, por lo tanto, perdía prácticamente 70 centavos de cada dólar que
entraba en sus arcas. El déficit acumulado de VA Linux (el importe en el cual
los gastos totales habían sido mayores que sus ingresos) ascendía a 30 millones
de dólares.
Empero, parece
una buena idea comprar …y vender inmediatamente… ¿será?
Capítulo 7
Política de cartera para el inversor emprendedor: Aspectos positivos
-LEIDO ¿PARCIALMENTE? se leyeron los comentarios. Un
resumen: https://www.mindomo.com/es/mindmap/el-inversor-inteligente-eaeb332a2ed1451ba3d3828beca794ca
Método
de las acciones de empresas en crecimiento
El lector estaría en su
derecho de plantearse si no es cierto que las fortunas realmente cuantiosas
obtenidas con las acciones son precisamente las acumuladas por quienes
contrajeron un compromiso
sustancial en los
primeros años de una empresa en cuyo futuro tenían gran confianza, y por quienes conservaron sus
acciones originales con una fe inquebrantable mientras sus inversiones se
multiplicaban por 100 o más. La respuesta es «sí».
Sin embargo, las grandes fortunas con inversiones en una única
empresa son conseguidas casi siempre por personas que mantienen una estrecha
relación con esa empresa concreta, por medio de una relación de empleo, una
conexión familiar, etcétera, que justifica el hecho de que coloquen una gran
parte de sus recursos en un único medio y mantengan su compromiso en todas las
circunstancias, a pesar de las numerosas tentaciones para vender a precios
aparentemente elevados a lo largo de los años. Un inversor que no tenga ese
estrecho contacto personal tendrá que afrontar permanentemente la duda de si
tiene una parte demasiado elevada de sus fondos en ese único medio * (El equivalente actual de los inversores
«que tienen una estrecha relación con la empresa en cuestión» son las
denominadas personas que ejercen el control, altos directivos o consejeros que
ayudan a dirigir la empresa y que son propietarios de grandes bloques de acciones.
Directivos como Bill Gates de
Microsoft o Warren Buffett de Berkshire Hathaway tienen un control directo
sobre el destino de una empresa, y los inversores externos quieren ver que
estos grandes directivos mantienen su amplia participación como voto de
confianza. Sin
embargo, los directivos de nivel inferior y los trabajadores corrientes no
pueden influir en la cotización de las acciones de la empresa con sus
decisiones individuales; por lo tanto, no deberían
colocar más que un pequeño porcentaje de sus activos en las acciones de la
empresa de la que son empleados. En cuanto a los inversores externos, no importa lo
bien que crean que conocen a la empresa; es aplicable la misma objeción). Cada declive, por temporal que resulte ser a la larga, acentuará
su problema; por otra parte, las presiones, tanto internas como externas,
pueden obligarle a aceptar lo que a primera vista parece ser un sustancial
beneficio, aunque a la larga acabase siendo inferior a la bonanza que podría
haberle esperado si hubiese conservado su inversión
hasta el
final.
Si bien busqué
el original en inglés: https://download.library.lol/main/233000/e8647599ac32f0c5eb4333351811c886/Benjamin%20Graham%2C%20Jason%20Zweig%2C%20Warren%20E.%20Buffett%20-%20The%20Intelligent%20Investor-Harper%20Business%20%281973%29.pd
f
tengo
una gran duda,
porque
el texto suena contradictorio, dice YES…
pero
luego trata de refutarlo
(en general Graham cree que los
inversionistas, deben ser accionistas (curiosidad: https://uk.news.yahoo.com/legal-team-voided-musks-tesla-230039948.html
)
Tres
campos recomendados para la «inversión emprendedora»
Para
obtener unos resultados de inversión mejores que la media durante un período de
tiempo prolongado es necesaria una política de selección u operación que sea
adecuada en dos frentes:
(1) debe superar la prueba objetiva
o racional de su sensatez subyacente y
(2) debe ser diferente de la política seguida por la mayoría de los
inversores o especuladores.
Nuestra
experiencia y nuestros estudios nos llevan a recomendar tres métodos de
inversión que satisfacen esos criterios.
1. La gran empresa relativamente impopular
En 34 pruebas realizadas por
Drexel & Company (en la actualidad
Drexel Firestone)* con
períodos de tenencia de un año, de 1937 a 1969,
las acciones más baratas
tuvieron unos resultados claramente peores que el DJIA únicamente en tres casos;
los resultados fueron más o
menos iguales en seis casos;
y las acciones baratas ¿25? obtuvieron resultados claramente
mejores que la media en 25 años.
El resultado consistentemente
mejor de las acciones con
bajo multiplicador se muestra
(tabla 7.2) en los resultados medios de períodos quinquenales sucesivos, cuando
se comparan con los del DJIA y los del grupo de diez acciones con multiplicador
más alto.
Este
ejemplo de resultados negativos no debería viciar las conclusiones basadas en más
de 30 experimentos, pero el
hecho de que haya sucedido recientemente aporta un elemento de ponderación
negativa especial. Tal vez el inversor agresivo debería comenzar con la
idea del «bajo multiplicador», y añadir algún otro requisito cuantitativo y cualitativo a esa
idea a la hora de organizar su cartera.
2.
Adquisición
de valores de ocasión
una acción de ocasión es aquella que,
atendiendo a hechos establecidos mediante análisis, parece valer considerablemente más del precio que
indica su cotización
En los
niveles bajos del mercado general una gran proporción de acciones ordinarias
son acciones de ocasión, medidas con arreglo a estos criterios.
(Un ejemplo típico es el de General Motors
cuando
se vendía a menos de 30 en 1941,
cotización
que era equivalente a 5 para
las acciones de 1971.
Había estado ganando más de 4 dólares
y pagando 3,50 dólares o aún más, en dividendos.)
3. Modelo de acciones de ocasión de empresas de segundo
nivel
4. Situaciones especiales o «rescates»
Consecuencias más generales de nuestras reglas de inversión
Comentario al capítulo 7
Hace falta una gran osadía
y una gran cautela para amasar una gran fortuna; cuando se ha
logrado, hace falta diez
veces más osadía y cautela para conservarla.
Nathan Mayer Rothschild
La coyuntura no es nada
En un
mundo ideal, el inversor inteligente únicamente tendría acciones cuando fuesen
baratas y las vendería cuando su precio fuese exagerado, momento en el que
llenaría la cartera de obligaciones
y
dinero en efectivo hasta que las acciones volviesen a ser suficientemente
baratas para comprarlas. Desde 1966 hasta finales de 2001, según se afirma en
un estudio, 1 dólar conservado permanentemente en acciones habría aumentado
hasta 11,71 dólares. Sin embargo, si se hubiese salido del mercado justo antes
de los cinco peores días de cada año, el dólar original habría crecido hasta
987,12 dólares
si
hubiésemos seguido las recomendaciones del mejor 10% de todos los boletines de análisis
de coyuntura de mercado, habríamos obtenido un 12,6% de rendimiento anualizado
entre 1991 y 1995. No obstante, si no
hubiésemos
hecho caso de esas recomendaciones y hubiésemos
mantenido nuestro dinero en un fondo de índice del mercado, habríamos obtenido un 16,4%.
Nótese
la insistencia… no en acciones, sino en INDICES…
Todo lo que sube...
Cuanto
más rápidamente crecían estas empresas, más caras resultaban sus acciones. Cuando las acciones crecen más deprisa
que las empresas, los inversores siempre acaban lamentándolo
Una gran empresa no es una gran inversión si se paga demasiado
por sus acciones.
Cuanto más sube una acción, más
probable parece que siga subiendo. Sin embargo, esa creencia instintiva
queda radicalmente contradicha por la ley fundamental de la física financiera: Cuanto más
grandes se hacen, más lentamente crecen.
Pero,
allí si aparece una clave ALTAMENTE RIESGOSA pero interesante: y es pura ESPECULACIÓN,
se
puede, por ejemplo, invertir 100 dólares (o menos)
en una acción que esté subiendo, ganar 20,
y
luego
repetir
la acción (con 100),
el
momento en que la acción caiga…
en
un ciclo eterno de pulga:
entro, salgo, evaluó…. Entro …. Me retiro…
depende
mucho –como insisten- de la disciplina
Las acciones de empresas en
crecimiento resultan interesantes de comprar cuando sus precios son razonables,
pero cuando su ratio de precio a
beneficio sube muy por encima de 25 o 30, la cosa se pone fea:
Ese descenso hizo que la cotización de las acciones de J&J
pasase de un PER de 24 a uno de 20, respecto de los beneficios de los 12 meses
anteriores. En este nivel menor, Johnson & Johnson podía volver a
convertirse en una acción de una empresa en crecimiento con margen para crecer, con lo que
se convertiría en un ejemplo de lo que Graham
denominaba «la
gran empresa relativamente impopular»
¿Debería poner todos sus huevos en una única cesta?
Al
mantener todos sus huevos en la cesta única que les había permitido entrar en la
lista, en sectores que
en el pasado habían experimentado crecimientos espectaculares, como el
petróleo y el gas, o los aparatos
informáticos,
o la fabricación básica, el resto de los miembros desaparecieron de la lista.
Cuando llegaron los malos momentos, ninguna de estas personas, a pesar de las
grandes ventajas que pueden acarrear los patrimonios inmensos, estaban
correctamente preparadas. Únicamente fueron capaces de quedarse paradas y
cerrar los ojos ante el horroroso crujido provocado por la economía en cambio
constante
mientras trituraba su única
cesta y todos sus huevos que tenían depositados en ella
La cesta de las oportunidades
encontrar
las listas del día con las acciones que han llegado a su punto mínimo del último
año; una forma sencilla y rápida de localizar
empresas que podrían cumplir los
requisitos de capital
circulante neto de Graham. (Online,
haga la prueba en http://quote.morningstar.com/highlow.html?msection=HighLow).[actualizadas
por el blogger: https://www.wsj.com/market-data/stocks/newfiftytwoweekhighsandlows
--- https://www.nasdaq.com/market-activity/nasdaq-52-week-hi-low
---- https://www.barchart.com/stocks/highs-lows
-- https://finance.yahoo.com/u/yahoo-finance/watchlists/fiftytwo-wk-low/
--- https://www.investing.com/equities/52-week-high?
Para
comprobar si una acción se vende por una cifra inferior al valor de su capital circulante neto
(lo que los seguidores de Graham denominan «netas netas») descargue o solicite
el informe anual o trimestral más reciente del sitio web de la empresa o de la
base de datos EDGAR en
www.sec.gov.
Reste del activo
circulante de la empresa su pasivo total, incluidas las acciones preferentes y
la deuda a largo plazo.
A 31
de octubre de 2002, por ejemplo, Comverse Technology tenía 2.400 millones de
activo circulante y 1.000 millones de pasivo total, con lo que el capital neto
de explotación ascendía a 1.400 millones de dólares. Con menos de 190 millones
de acciones y una cotización inferior a 8 dólares por acción, Comverse tenía
una capitalización total de mercado de menos de 1.400 millones de dólares. El
capital social de Comverse, que estaba valorado por debajo del valor del
efectivo y las
existencias
de Comverse, hacía que la actividad empresarial permanente de la sociedad se
vendiese prácticamente por nada. Como bien sabía Graham, es posible perder dinero con acciones como las de
Comverse, y ese es el motivo por el que únicamente
se debe comprar este tipo de acciones si es posible identificar un par de
docenas cada vez y mantenerlas en cartera pacientemente. No obstante, en
las muy raras ocasiones en las que don Mercado genera ese número tan elevado de
auténticas gangas, es prácticamente seguro que ganará
usted dinero.
Nota
del Blogger: ese ejemplo: NO funciona,
de hecho, en 10 años esa empresa DESAPARECIÓ.
Tecnología Comverse - Wikipedia, la enciclopedia libre
¿Cuál es su política extranjera?
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